Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

" Perdonad, estábamos jugando al escondite"





Habíamos escapado sin mirar atrás, recorriendo carreteras interminables en un bonito descapotable. Comiendo en pueblos perdidos cercanos a alguna carretera, con mi vestido azul cielo y tú, con tu camisa blanca, llenos de vida. Yo te decía frases dramáticas cada vez que parábamos a repostar y tú me besabas como si no me fueses a ver nunca más.  Paseábamos por la playa con las maletas en la mano, tumbándonos a dormir en la arena, con un sol que no perdona. Nos queríamos por las noches, y hacíamos el amor por las mañanas. Después del “Buenos días, preciosa” tocaba buscar un buen sitio para desayunar. Nos perdíamos en el café, y no necesitábamos decirnos nada, con mirarnos sabíamos hacía donde iba a continuar nuestro viaje. Éramos el destino del otro.

Y la vida eran esos instantes, los semáforos que nos hacían pararnos a respirar. Los desayunos inesperados y las cenas en medio de la nada, simulando escapar del tiempo. Escapando de los relojes. Y tú contándome aquella película de “La vida es bella” mientras yo me quedaba dormida escuchándote, sintiéndome segura contigo. Tranquila.

 Y así pasaban los días, nosotros como protagonistas de una película que nunca se rodaría. En un viaje hacía “ninguna parte”, sin duda, el mejor lugar del mundo.

sábado, 14 de julio de 2012

Y tú, tan frágil.



 
La erótica de la intimidad, la lavadora girando como si no hubiera un mañana. Como si no existiera hoy. Como si este suelo fuera un lago azul, helado. Como el lago del círculo polar al que miraba África, sin esperanza. Ese lago que está por toda la casa y se obstina en creerse infinito. Todos los muebles flotando, y tú tan flaca. Tan desnuda. Tan frágil. En este lago no hay barcos, ni peces nadando, sólo cucharas, tenedores y fotografías desnudas. Estás tumbada en la bañera. El agua se va desbordando, y cada gota de agua se estrella en el lago, como el latido de un corazón que se apaga. Tienes los ojos cerrados. Te cansaste de leer, de buscar, de seguir el ritmo. Todo lo que querías se había esfumado. Y tú te habías escondido en la bañera para que el lago nunca existiera, pero existía, y estaba lleno de ausencia. La pintura de la pared se iba cayendo. Los marcos de las fotos, la televisión había dejado de funcionar. La ausencia de tu corazón se había convertido en un lago helado. Ya nada existía. Supongo que era el final. El final de algo que nunca fue.

jueves, 21 de junio de 2012

Con las mejores vistas.




Era la típica que adoraba ver las estrellas desde la azotea. De las que te decían “pero ese vestido es increíble”, llevándose las manos a la boca y con los ojos abiertos como platos.  Perdía la vida por vivir y no dejaba que el tiempo la matara (nunca). Removía el café planeando el siguiente ataque. Corría descalza entre el tráfico de las noches sintiendo la libertad en cada poro de su piel morena. No quería estar muerta.  Estar viva era vivir con todas las letras. Te llevaba a la luna si querías y si no te la traía a casa por las noches. Te quitaba la ropa cuando quería sentirte lejos y te abrazaba cuando quería sentirte cerca. Sabía que pasaría una vida ajetreada de llantos y sonrisas por aquel corazón loco que tenía. Pero aquí estaba para eso.  Si el corazón gritaba,  se subía a una montaña  y sacaba todo lo que llevaba dentro.  Y si dolía la vida, sacába las uñas y luchába contra ella. Si nada le llenaba, buscaba entre el tráfico de las aceras ese algo.  Porque la vida es bonita,  puta a veces y éfimera.  Y  tenemos que dejar nuestra pequeña huella en este mundo giratorio que a veces nos marea . Así que sonríe, escribe, baila, dibuja, corre y vuela en sueños. Pinta corazones en las paredes cuando te guste el amor, y táchalos cuando este se vuelva del otro lado.

La vida es una noria, cuando estas arriba tienes que aprovechar todas las vistas y gritar. Cuando estas abajo solo tienes que esperar paciente  la subida (que siempre llega.) Si quieres claro. ¿Y sabéis que? Desde aquí,  últimamente veo el cielo.

martes, 12 de junio de 2012

Adelante bonita.




Cuéntame si sabes lo que es estar en lo alto de la torre Eiffel y vislumbrar toda la vida que hay a su alrededor, si alguna vez has sentido mariposas subiendo por tu columna vertebral mientras el avión subía hacia el cielo. Si has follado hasta quedar exhausto y después has abrazado hasta odiar el amor. Si vuelas, sueñas, escribes y lees, si te has bañado en la playa por la noche, sientiendo el mar de verdad, el frío, el miedo arañándote las piernas. Quizás nunca te has asomado a ver las estrellas una noche de verano. Cuéntame si alguna vez te has puesto en medio de una  carretera y has gritado hasta ensanchar el alma. Si te has quemado con el café y has maldecido la vida por un segundo , si te has puesto su camisa tras una noche de guerra y has preparado el desayuno con una bonita sonrisa (las sonrisas siempre lo son). Si vives con la vida atrapada entre los dientes. Cuéntamelo, y no olvides que el mundo esta ahí fuera, sentado esperando a que te decidas a conquistarlo.

lunes, 11 de junio de 2012

Nieve.



Lo que no sabía hasta ese 7 de febrero era que la nieve me daba suerte. Que bailar bajo la nieve era mejor aún que bailar bajo la lluvia. Intentar atrapar los copos, mientras el viento te acaricia la cara y parece que el tiempo se para, que el mundo se rinde ante tus pies de bailarina soñadora. Y la nieve va cubriendo los abrigos, las sonrisas, dibujando formas sobre los paraguas. La gente parece feliz tras la bufanda, el gorro y los guantes. Entonces recordamos que estamos más vivos que nunca sin quererlo, y por eso, nosotros, como refugio antes ese frío no hacíamos otra cosa que mordernos,  rasgarnos, gustarnos…nos tentábamos sabiendo que íbamos a rompernos, (a rompernos la ropa, claro). Pero eso era lo de menos, estaba nevando, y estábamos juntos. A oscuras, desnudos, conociéndonos a tientas (una vez más). Cómo si nunca hubiéramos estado tan cerca, como si no hubiera un mañana y la nieve lo hubiera cambiado todo. Y seguíamos allí, en aquella casa de piedra en lo alto de la montaña, rodeada de nieve, de frío y de vida. Contándonos historias que solo entendían los tejados y las antenas de aquel lugar...
Hoy sin embargo, estoy aquí, tirada en la cama escribiendo y sonriendo pensando en aquel soñado 7 de febrero, aquella mañana del dos de enero.

jueves, 31 de mayo de 2012

Aquellos maravillosos 90.





Me acuerdo que era pequeña y me acuerdo porque mi barbilla no llegaba al borde de la mesa, y tenía que ponerme de puntillas cada vez que quería que alguien me hiciera caso. Vivía en la misma casa, en mi mundo y rodeada de ciudad. Me dedicaba a inventarme juegos solitarios para poder divertirme. Unos días era la dueña de un hotel,y alquilaba habitaciones a señores importantes de negocios, que apuntaba en mi libreta. Otros, me dedicaba a enseñar a mis muñecos matemáticas en la mini pizarra de mi habitación. También cosía trajes para mis muñecas, porque a veces tenían fiestas y tenían que ir muy guapas. Los días de lluvia me encerraba en el salón con una película de Disney,y me imaginaba como una princesa de esas que siempre acababan con un final feliz. Y era una calma bonita. No necesitaba nada más que aquella imaginación desbordante que me hacía tan sumamente feliz. Coger un ramo de margaritas cada mañana y ponerlo en un jarrón. Sentarme a dibujar. Y mis preocupaciones? Todavía no habían llegado, aún estaban de camino.
Esa calma, preciosa, infinita, que se siente cuando eres pequeño y el mundo te parece inmenso. Cuando lo más importante es llenar el tazón de cereales y galletas de dinosaurios.

viernes, 18 de mayo de 2012

La noche está estrellada.




Prefiero el mar a la montaña. La vida es una noche tumbado en la playa, mirando las estrellas sin verlas, soñando despierto, dejando que la arena se cuele entre los dedos de mis pies, embriagada de todo. Y la noche, siempre la noche. La noche es mágica. Me hace vivir, no pensar. Me pone en movimiento. Rompe mis esquemas. Prefiero las noches frescas de verano, andar con poca ropa, sentarme en el suelo y meterme algo de vida en el cuerpo. La mañana me sabe a dolor de cabeza. Me da sueño. Pero también me gusta. Me recuerda que soy mortal. Me recuerda que soy normal. La noche me hace soñar. Pero el día…el día me hace vivir de verdad, con su sol, con sus colores, su vida en las calles. Prefiero experimentar las cosas, aunque me salgan mal. Aunque me pongan la zancadilla. Prefiero probarlo todo a morirme sin saber lo que me gusta. Y lo que no. Y, más que nada, prefiero la vida bonita, pintada de flores (aunque solo sea en sueños) , disfrutar de las personas que quiero, de  todas esas sonrisas que se cruzan contigo a lo largo del día…Y de la noche, claro.