Ya no verás mi
habitación. Ni el rosa de mis paredes. Ni el cuadro de la Gran Manzana que
cuelga de ellas. Ya no te pararás a ver todas las fotos colgadas, que hacen
cada rincón tan mío. Ni leerás todas las frases que rodean mi puerta y que
nunca te dije. Ya no sabrás que libros llenan mis estanterías, ni cuantas
revistas de moda impregnan mi habitación. Nunca verás mi lista de cosas por
hacer antes de morirme. Ni mi colección de zapatillas de ballet. Nunca verás lo
grande que es mi nuevo armario, y tampoco todos los recuerdos que he metido en él. No verás mi reloj de flores de los años 50, que hace tiempo dejó
de marcar las horas. Ni mi póster de algún café de Paris donde volveré algún
día. Ya no verás mi colcha, ni mis ojos ilusionados y orgullosos al contarte
que me la hizo la persona más importante de mi vida. Nunca sabrás lo que ven
mis ojos cada vez que me asomo a la ventana. Y ya no nos tumbaremos en mi cama
para callar a los vecinos con nuestros orgasmos.
Alguien me dijo que
mientras no elijamos, todo es posible. Aunque esta vez, contigo ya no lo es. Yo
ya elegí hace mucho que tú no eras para mí. Y que mi habitación ya no olía a ti.
"No quise retenerla ¿De qué hubiera servido deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo mirando por
encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno."
J.Sabina.