Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

jueves, 7 de marzo de 2013

Por un momento nos abrazamos, y no hizo falta nada más.



 
 
El vértigo es enfrentarse cada día a una nueva mañana, no hundirnos en el café, sonreír y buscar algo que merezca la pena.
Tenemos que seguir buscando. Puede que nadie pueda salvarnos del asfalto, puede que el mar esté demasiado lejos, puede que se nos amontone la vida en la silla con la ropa sucia y se nos olviden los motivos.  Puede que las palabras ya no lleguen, que las personas que creíamos eternas, ahora estén caminando en sentido contrario.
Vértigo es volver a nacer todos los días, pero yo, yo voy a  preparar el café con tres de azúcar y una sonrisa. Y…que la mayoría de los días el mar no queda tan lejos (tú ya lo sabes). Tenemos que ser unos héroes cada día, cada mañana luchamos por sentir. La vida no es sólo ir de un lado a otro con el reloj a contracorriente pisándote los talones.
Tenemos que encontrar nuestro sitio. Y yo que me encuentro en tus pupilas, en tus brazos, en las palabras de la gente que siempre está ahí y en las palabras de la gente que se fue.
Aquí sigo, nunca huí, pese a mi afición de coger trenes sin destino cada dos por tres, esos que suelen acabar en ninguna parte una noche cualquiera.
Aún nos queda tanto por vivir, una noche de hotel en cualquier lugar con un baño de espuma, unas cuantas promesas, una noche en la playa, unos cuantos suspiros de placer y un viaje a la luna. Tenemos que gritar desde lo alto de una montaña que hoy somos héroes, mañana quién sabe. Tienes que aprender a bailar (el pasillo de mi casa es la mejor pista de baile). Tengo que engañar al destino para que te quedes conmigo. Tienes que decirme “No has crecido nada desde la última vez”. Tengo que darte un abrazo en silencio (no sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento). Tenemos que hacer el amor. Tienes que volver a enamorarte de mis ojos, tienes que volver a contarme un cuento.
Es tarde para sentir miedo, toda la vida es ahora. Y tú eres el motivo, tú siempre eres el motivo, y daría la vuelta al mundo por abrazarte por la espalda un día cualquiera.
 
 
 

lunes, 18 de febrero de 2013

Valiente.




Damos vueltas en la cama, por el cielo, cuándo no encontramos lo que buscamos y no sabemos qué buscar. Somos el epicentro de este mundo, que no para de dar vueltas, como nosotros. Lo que creemos un día, al día siguiente cambia de forma. El cielo cambia tan rápido de color que muchas veces no sabemos ni dónde estamos. Las flores se esconden en invierno y a mí me gusta ponérmelas en el pelo en verano. Hoy hace un viento tan fuerte que arranca toda la tristeza y se la lleva lejos de aquí, dónde no podemos verla. Tenemos un fuerte en nuestra cama, y ahora está llena de besos gigantes que tenemos pendientes. Tenemos billetes sin fecha para la ciudad del amor y una cama esperándonos sonriente y cómplice. Tenemos que hacer un crucero por el Sena y mirarnos a los ojos, felices. Asombrarnos con la belleza de Paris (una vez más) desde el bateaux mouche. Tenemos que capturar cada instante irrepetible para poder volver a él cada vez que la vida nos de la espalda. Y entonces recordar,“eres tan feliz que puedes estallar de felicidad”.  
Por cierto, aún tenemos que desayunar croissants en la cafetería de la esquina, esa que es pequeñita, con muebles blancos de madera, techos altos  y rincones llenos de cuadros y plantas, tazas de porcelana antiguas con flores y un café que sabe tan bien como tú en las noches frías. Tenemos que encontrarnos por cualquier calle de la ciudad, de cualquier ciudad. Tengo que esconderme y tú tienes que encontrarme entre sábanas color azul cielo, jugando al gato y al ratón mientras las deshacemos. Tenemos que pasear por esas calles que todavía no conocemos, para hacerlas nuestras a nuestro paso, siempre de la mano, siempre.
Tenemos que escapar de la rutina, olvidando que esta nos atrapa constantemente y ser libres por fin. En cualquier ciudad, en cualquier rincón, o en cualquier cama, agarrando con fuerza cada segundo para que no se nos escape, al menos no esta vez.  

 

“El truco está en perder rumbo y razón,
y cambiar el mundo entero sin que nadie se de cuenta.”



jueves, 14 de febrero de 2013

14F



No quiero regalos, me inventaré una alergia al chocolate, las flores y la gente arrodillada si es necesario, no quiero cajitas, arroz cayéndonos encima ni historias de naranjas mal cortadas. No quiero espuma de afeitar en mi baño, ni violines, ni París ni Venecia, ni conocer tu ciudad ni a tus padres, no creo en castillos ni en príncipes que besan princesas para despertarlas, no quiero blandeces, ni que te adaptes a mí, ni que te enfades por la distancia de seguridad que querré de vez en cuando.
Que nuestras manos no encajen, que tu hombro no me sea cómodo, que odies como bailo, que odies como escribo, que te rías de cómo hago todo. No quiero saber el nombre de tus futuros hijos, ni que lleven mis apellidos. No quiero exclusividades, quiero alquiler con opción a compra nunca llevada a cabo, no quiero escribirte solo a ti, no quiero amores con complejo de jaula. No quiero obviedades, ni golpes de estado de ánimo algún 14F. Y por supuesto, no quiero acordarme de ti escuchando algún grupo romántico de los ochenta.
Pero que tengas claro que si hay algo que quiero es a ti, y a este puto miedo a tu potencial de cambiar todo lo antes dicho.



"Hay mil canciones sonando en mi bolsillo,
y tesoros que caben en bolsas de basura,
una ciudad que duerme con envidia de puerto,
edificios repletos y vacíos de sueño,
y además,
tu y yo,
que nunca estaremos más despiertos"
Carlos Salem


lunes, 4 de febrero de 2013

Cobardes.




“Érase una vez un cuento sin principio,  tú y yo desnudos entre la introducción y el desenlace que existe entre los abrazos que no nos dimos de verano a primavera. Entre el sol, y el nacimiento de las flores”  Ella.
Ella tenía la (in) sana manía de vivir en su mundo, a su ritmo y con sus reglas. No es que todo le diera igual, simplemente era así. Alocada y sonriente, con el mundo atrapado en cada gesto y en cada mirada de su vida. Suspiraba con la danza y los finales felices, pero no era una romántica como otra cualquiera ni mucho menos, quería un amor, sí…un amor de esos de verdad, de los que le hacen a una suspirar más de la cuenta, y reír más de la cuenta, y hacer el amor más de la cuenta, una vez tras otra sin desgastar ni una pizca de su inagotable energía. (No no, espera…de todas estas cosas nunca puede haber un “más de la cuenta”).

El caso es, que había un problema en toda esta historia.
Élél no había aparecido. O quizá sí y ella no lo sabía. Y que todavía no habían hecho el amor, ni se habían reído más de la cuenta, ni habían suspirado tampoco. Hablo de ellos, está claro que ella había reído más de la cuenta, y suspirado y hecho el amor! Y él también. Pero claro, sin final feliz,  no eran ellos.

Supongo que igual es porque no habían tenido ocasión de enamorarse. Ni de conocerse. Ni de hacer el amor, ni de suspirar siquiera. Y quién sabe si la tendrían…La vida da tantas vueltas que una no sabe qué pasará mañana, ni pasado ni al otro.

Yo solo sé que ellos estaban desnudos en una cama, y que no había desenlace posible.
 
 
 
 

martes, 29 de enero de 2013

Es ahora.




Todo parece tan fácil, y sin embargo es tan lejano, tan efímero. Es como intentar atrapar un pájaro con las manos, imposible de abarcar, terminará volando, no está hecho para vivir en otro sitio que no sea el cielo.
A veces, me gusta bailar hasta que me duelen los pies, y sonrío hasta que se me olvida como hacerlo. Y tengo ganas de que algo llegue de verdad y me arrase por dentro. En el buen sentido claro. Y que sea algo que dure, que no se acabe cada vez que nos alejamos.
Conocí la ciudad del viento hace muchos años, la visitaba cada vez que tenía que escribir, cada noche, con sus luces de ciudad perdida. Quiero volver a esa ciudad.

Todo es tan efímero que escuchamos canciones de amor, sabiendo que algún día serán de desamor, y que las cartas que un día escribimos, con el tiempo se vuelven letras sin sentido.
Pero sin embargo, seguimos intentando atrapar esos pájaros imposibles, que algunas noches prefieren arrimarse a otros nidos que no son el tuyo. Y escribiendo cartas, y escuchando canciones de amor y buscando ciudades del viento  para perderse los días malos.

Supongo que se trata de eso, de vivir. Y claro que hay días extraños en los que parece que morimos por dentro, sin motivos…Y necesitamos un cuento, unas flores, un abrazo, un buen libro, o un pájaro. El caso es que sea lo que sea, la vida tiene esos días malos con los que una al final se acaba llevando bien. "Si sobrevives, si persistes; canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío; ama apresuradamente. Los árboles esperan; tu no esperes, este es el tiempo de vivir, el único."

domingo, 20 de enero de 2013

Pronto.

El mundo es un pañuelo pequeño con el que alguien se despide en una estación de tren y la vida es lo que pasa entre cada una de las despedidas.
En uno de estos espacios de tiempo, lo conoció. Apareció de la nada, entre la gente... Se teletransportó a su vida sin saberlo. Y en la primera conversación ya se contaron una anécdota. Porque él no tenía un principio, no empezaba con un “Erase” ni acababa con un punto final, empezaba y acababa en puntos suspensivos, como los sueños. Se mudó al centro de sus pupilas y ella aprendió a hacerlo surgir en cada sitio que miraba y a soñarlo cada vez que cerraba los ojos. Pero resultó ser, que su historia se convirtió en un insomnio mutuo, y pasaban todas las noches juntos sin estarlo, besándose sin besarse, y queriéndose sin poder evitarlo; aumentando la lista de cosas que hacer para alargar las noches, echando al cansancio de la cama y bailando tangos hasta el fin del mundo.
Ellos no pedían un “Para siempre”, ni un libro entero. Solo querían que al final de cada capítulo apareciera un enorme cartel con “Continuará” (para siempre…).

 
"Es una historia que se escribe en las postales
con la necesidad de madrugar los lunes"
Quique Gonzalez 

lunes, 14 de enero de 2013

Hoy hace frío.

Yo no te echo de menos pero, la cama está fría. Valencia está fría. Y no sabes lo pesadas que se ponen las noches preguntándome que cuando vienes. Las toallas se niegan a secarme a mí sola, el espejo del baño dice que estoy más fea desde que tú no haces el tonto desnudo bailando a mi lado. Las puertas no pueden vivir ni un segundo más sin tus portazos, mi espalda se ha acostumbrado a tus caricias y los gatos que no tengo maúllan por la noche a los gatos que tu tampoco tienes. La estantería echa de menos tus libros y mis libros a tus prólogos. Las pelusas de debajo de la cama piden ver esos calcetines a rayas de vez en cuando. Este hueco de mi lado tiene tu forma y tu nombre, la almohada te llama y las sábanas que te gustan todavía se ponen tu perfume en noches especiales. En noches como esta, que Valencia está fría, que mi cama está fría. Pero yo no te echo de menos.
  

"No hay nostalgia peor que añorar
lo que nunca jamás sucedíó"
Joaquín Sabina.