Hablo de él. Hablo de cómo el reloj tiembla cada vez que da una
vuelta si él no está cerca, de cómo conjugar su sonrisa en gerundio y decir “no”
cruzando los dedos. Hablo de joder el
velocímetro de su pecho, de revolucionar los horarios y olvidar el sueño por
los sueños. De hacer el amor y que el amor nos haga estar así, de matar al ocho
para tumbarlo, de vivir entre puntos suspensivos.
No hablo de “para siempre” hablo de mañana, de cada día y del “continuará”
al final de cada episodio. Del te odio
reventando instantes y los bolígrafos reventados por el sobreuso cada vez que
intento escribirte. No hablo de hacer planes, hablo de planear juntos a ras del
mar y nadar juntos y desnudos en el rio a carcajadas. Hablo de tener vértigo
por la altura que estamos cogiendo y olvidar el paracaídas y las huidas
repentinas. Hablo de que la primavera me gusta, pero el verano será mejor. De
tácticas y estrategias, de terapias de choque para perder el miedo al te quiero, de hacerme sentir incoherente
con mi yo de anteayer que no creía en todo esto, de que sea la margarita la que
me pregunte a mí y que yo responda que no. Cruzando los dedos.
"Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate.
Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie
hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
Porque de todas las
cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un
amante."