Lo malo de cuando suben las emociones es que no creen en la
permanencia; y un día sin avisar, le sueltan las pinzas a tus camisetas. Y
caes, todavía mojada y con arrugas. Como
una sábana, pero sin manchas de piel.
Caer es como volar pero es mentira. Lo malo no es la caída,
es no saber dónde queda el suelo. No
tener ni idea de cuántas noches irán, después de después de esta. Después
siempre queda demasiado lejos de estar mejor. Después siempre es antes de ti.
El ahora es la realidad de que el vaso sólo está medio lleno
cuando lloras, medio vacío cuando te has vuelto a pasar bebiendo.
El tiempo no cura nada, pero mata todo. Si la puta de la vida todavía no se ha
dignado a contarte esto; ven, que ya te lo cuento yo. Y si quieres nos subimos al tejado y
elegimos qué matar antes de que nos mate a nosotros. Y no pasa nada.
Porque entre ese millón de hormigas que intentará que te
levantes, todavía quedará algún gigante que se tumbará contigo para hacerte
menos duro el suelo.
Y todavía nos quedará la poesía. Porque siempre habrá
alguien despierto. Todavía.
"El dolor es extraño. Un gato que mata a un pájaro, un
coche accidentado, un incendio… Llega el dolor, BANG, y allí está, se introduce
en ti. Es real. Y para cualquiera que te vea, parecerás un imbécil. Como si te
hubiese caído una idiotez repentina. No hay cura para ello mientras no
encuentres a alguien que comprenda cómo te sientes y sepa cómo ayudarte"
— Mujeres. Charles
Bukowski.