Me estoy haciendo pequeña como una hormiga arrastrando una
miga de pan. Un anillo en el anular y todo esto que podría haber acabado de
blanco en una isla desierta.
Un miércoles cualquiera en mitad de un domingo.
Por cierto, quise hacértelo todos los días de la semana que viene, y de la anterior también.
Un miércoles cualquiera en mitad de un domingo.
Por cierto, quise hacértelo todos los días de la semana que viene, y de la anterior también.
Se te ha escapado una risa cuando te he confesado que: la
indiferencia a veces es mi fuerte.
Y he omitido: “Que algún día lo tengas en cuenta “
Esa no se te ha escapado.
Debo ser la típica
gilipollas atípica que todavía te rebobina cuando no quiere avanzar y se arrepiente todas las noches de no haber acabado la
película.
Tú siempre tan con la cabeza en otra parte, mientras yo sólo
pienso en sujetártela.
Hasta perder la mía.
Al menos podrías ir lanzando tus huellas.
La consolación no es ningún premio, pero consuélate conmigo.
Tal vez podrías aparecer. Llamar al timbre. Ni una, ni dos: - tres veces - como un cartero distraído.
Pedirme que baje a jugar y acabar subiendo tú a traerme buenas noticias.
Llevarte las malas, y dárselas a quien quiera tocarte esta noche.
Porque pienso pasar todo este sueño contigo en aquel sitio
donde tú soñabas llevarme.
Porque después de esta tormenta no se va a atrever a venir ni la calma.
"A veces me siento como si estuviéramos todos atrapados
en una película. Nos sabemos el diálogo, hacia dónde caminar, cómo actuar, sólo
que no hay cámara. Y, sin embargo, no podemos escapar de la película. Y es una
mala película"
Porque después de esta tormenta no se va a atrever a venir ni la calma.
— Charles Bukowski
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