Los últimos días habían sido caóticos. Grises por la mañana y color otoño por las tardes. El parte meteorológico anunciaba miles de días grises ya que había entrado una borrasca por el ventrículo izquierdo, y era imposible una ola de calor ahora.
Recomendaban paraguas día y noche, y sobre todo cuándo
pisaras la habitación. Llueve demasiado en lugares cerrados, hay que tener
cuidado.
Los días tostándose al sol se habían acabado. Los besos en la playa y en habitaciones secretas, también entre la gente que pasaba deprisa a nuestro lado, esos besos… alguien los había robado. Los buscamos por toda la ciudad cada noche, sin rastro alguno de ellos. También buscamos las mejores películas del mundo, las canciones más bonitas y aquellos abrazos eternos.
El último año había sido increíble, sonreía a todas horas sin sonreír, o sonriendo qué más da.
Y ahora, ahora llueve. Pero nosotros habíamos dicho hasta dentro de diez mil años, y aún nos quedan 9.999.
"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser."
No hay comentarios:
Publicar un comentario