Como si estuvieras en una
gasolinera en medio del desierto, en silencio,
escuchándote solo a ti, moviendo el aire con las manos. Como si el tiempo fueran unas hormigas
recorriendo tu espalda, como si algo te apretara tan fuerte el pecho que no te
dejara ni respirar. Como sobrevivir al tiempo y a lo injusto. Como subirse a
una montaña rusa y desabrocharse el cinturón, como dejarse caer al vacío
gritando con impotencia. La soledad en
todas sus manifestaciones, una taza de café caliente y solitario, abandonada y
olvidada en medio de la cocina. La hoja de un libro arrancada, volando por las
calles de la ciudad, como enterrar un recuerdo, como tapar con un puñado de piedras
el laberinto (a veces dañino) de la memoria.
Como sobrevivir a la
nostalgia, dormir sin poder hacerlo. Coger el metro, y sonreír a desconocidos,
leer hasta que las palabras se te salgan por los ojos, beber hasta que los
recuerdos desfilen uno a uno delante de ti. Y entonces, te burles y te rías de
todos esos que te hicieron daño. Guardar el corazón en una botella en la
nevera. O mejor, congelarlo todo. Congelarte por dentro…
Tú eres mucho más grande que la tristeza. Mucho más grande que todo, tienes una sonrisa más grande que nadie y el mundo te echa de menos. Ahora baila.
“Hay que tener fe en uno mismo, ahí reside el secreto.
Aun cuando estaba en el orfanato
y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces,
me consideraba el actor más grande del mundo.
Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso”
Charles Chaplin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario