Entre el frío imagino mil
historias. Creo ver a un importante banquero, tirando al aire millones de
billetes y escapando de su vida. Una estudiante que vive sola y da de comer a
sus peces de colores, mientras escucha en las noticias que el mundo cada día
está peor y nadie hace nada. La viejecita del primer piso pasea a su perrito
porque no tiene nada mejor que hacer, eso, y cocinar para uno los mejores
manjares. Un niño dibujando por primera vez el sol, y escribiendo al lado: “Para
ti, mami”. Una viuda que ha perdido a su marido años atrás y le escribe todas
las noches. “Por aquí todo sigue igual de triste, aunque esta mañana he sonreído porque el perro
de la vecina se llamaba como tú, Alfredo, curioso nombre. También porque nuestro hijo me ha regalado un
dibujo precioso, en el que tú lo iluminabas todo”. Esta noche la estudiante del
ático ha invitado a cenar al importante banquero, lo único que sabe cocinar,
pollo al horno. Pero ella sabe que lo importante es el postre, sonríe mirándose
al espejo. Se pone algo de rímel y espera a que llegue la hora: 22:00. Una
pareja adolescente se besa y apura el último latido antes de que llegue el
último autobús. Se besan como quién no ha besado nunca y esta loco por comerse
el mundo de un bocado. Un mendigo en la esquina se resguarda del frío fumando
lo que queda de una colilla que ha encontrado en el suelo. Observa la escena y
recuerda su primer amor. La chica enamorada vuelve a casa, Con la ropa
arrugada, los labios rojos e hinchados, y una sonrisa llena de sueños. Su padre
el banquero tiene una cita, por lo que llegará tarde, de nuevo está sola en
casa. Su padre se come a su cita a besos y ha dejado el postre en el plato,
toca comerse por dentro y dejarse de tartas. Esa noche llega a casa con 10
sueños más y 10 años menos. El mundo está cada día peor, los días van y vienen
cómo trenes sin estación. Hay personas que mueren, otras que siguen viviendo
pero están muertas, que no saben dónde buscarse. El periódico de hoy recomienda
que nos amemos, que olvidemos el pasado y el futuro. Que vivamos cada día cómo
si fuera el último. “Haz todo lo que sientas, y siente todo lo que hagas” Así
reza el titular. Y este frío se me antoja precioso. Y hay días montaña en los
que tienes que escalar, y noches preciosas si terminan contigo. Podemos ser
como los adolescentes que se aman sin pensar el mañana, o como el importante
banquero y su cita, rompiendo los muelles del colchón a base de felicidad. Os
juro que he aprendido algo en estos años, y es lo importante que resulta volver
a casa sonriendo por las noches. Pese al tedio, la rutina, el gris…pese a todo,
tenemos que disfrutar de lo precioso que puede llegar a ser la rutina.
Nadie.
No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.
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