Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Éramos, fuimos.



 
Fuimos una madrugada menos en el calendario, un orgasmo sin terminar; fuimos frio. Me encantaba perder(me) entre el olor clorofórmico de tus sábanas;  hacer el amor entre las tildes de nuestros nombres; odiar la separación de nuestras letras. Éramos nosotros corriendo por las carreras de mis medias a más de cien palpitaciones por segundo. Éramos ropa interior a los pies de mi cama haciendo recuento de noches ardientes perdidas en el fondo de un vaso; contando cuántos pasos juntaban tus labios y los míos, cuántas miradas eran necesarias para desnudar al amor. Solo dos. Fuimos amantes suicidas que un martes trece, ebrios de morbo, quisieron casarse a besos.


 

1 comentario: