Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

lunes, 17 de julio de 2017

Señor poeta:







No te llamo señor por la edad, más bien por respeto.
Es curioso que haya pasado años queriendo ser una de esas chicas que salen en tus poemas y ahora que lo soy, ni siquiera sé que hacer conmigo. Y recalco el conmigo porque contigo sí que sabría.

Hace poco te vi y te sonreí a conciencia, esa y una docena de veces antes. Pero para ver, aunque sea necesario mirar, no es suficiente.
Ah y otra cosa, siendo un hombre que no cree en las casualidades para mí tú eres eso, una casualidad. Una noche en la que yo estaba triste alguien se acercó con un libro y me dijo: -En el desamor siempre hay alguien que está más jodido que tú- matizó.

Lo primero que me ocurrió al leerte fue que me enamoré de ti, y justo al acabar de leerlo me enamoré de mi misma. Tuve la sensación de estar en ese libro. Imagínate señor poeta las cosquillas que me entraron cuando me vi en tus letras.

Por otra parte, sé que ponerme a tu alcance es matar al poeta. Que avanzas mejor en los tal vez que en la certeza. Que tu palabra preferida es ojalá. Y te escribo sabiendo que dudas de mi existencia ahora que existo. Que seguramente me acabes prefiriendo sobre las páginas que sobre tu cama.

Te escribo para que sepas que sé. Para que dejes de buscar mi sonrisa, está aquí ahora mientras te hablo. Y es tuya siempre que la necesites. Para borrar caídas y precipicios, para que quieras buscarme sin soñar que me encuentras. Y me encuentres soñándote.

PD: Deja de temblar, yo solo muerdo cuando tengo hambre y tú solo me das sed.

Te espero, ni siquiera sé el qué pero sé el cuanto y es mucho. Todavía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario