Escribía sin parar, sobre
el tiempo que pasaba, sobre el café derramándose en el salón. Sobre el primer
viaje, el segundo, las playas desiertas, el metro a las ocho de la mañana.
Sobre la soledad, los lunes sin sol, los vestidos de flores. El mejor antídoto
de la vida era bailar bajo la lluvia. Y en esa ciudad llovía demasiado. Escribía
sobre los mares que había conocido, y los que le quedaban por conocer…Aunque al
final todos los mares son el mismo mar. Toda la tristeza es la misma tristeza.
Ya no buscaba nada, tan solo se tumbaba en su cama a escribir. Como cuando era
pequeña y dibujaba flores porque aunque no las veía todas la mañanas,
necesitaba ver algo tan bonito como una flor (O casi…). Porque no hay nada más
bonito que una flor en el pelo. Pero era invierno y no habían flores bonitas, y
en esta ciudad llovía demasiado. Estaban siendo unos días tristes. A veces
aparecía corriendo, escapando, buscando una estela de avión en el cielo. Porque
ella creía que existían las señales. Que algo le diría: Sonríe, bonita, que lo
mejor está por llegar. Pero ella seguía triste. Apagada. Como los inviernos sin
flores, como una casa vacía, como un tren que nunca para y se lleva todo por
delante.
Ha pasado algún tiempo,
ahora es primavera. Han salido las flores.
Se ha ido la lluvia (pero ha seguido bailando). Y sigue escribiendo…Pero
con una sonrisa, una bonita sonrisa.
Nadie.
No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario