Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

domingo, 22 de abril de 2012

Tenia magia.




Una sala de espera en medio del desierto. Y te preguntas: ¿A qué esperas? Los pájaros de mi espalda están deseando echar a volar. Tengo una azotea con vistas al mar y dos tumbonas esperando que nos propongamos vivir y olvidarnos del mundo. Un par de abrazos entre las costillas y más ganas que nunca de ser feliz. Encontré respuestas en los libros, algo me decía que merecía la pena vivir si te servías el café cada mañana. (O me lo servías tú) Y me falta una copa de champagne para celebrar que somos, que existimos, que toda la vida es ahora. La historia de mi vida, unos ojos grandes que quieren volar. Buscando unos ojos verdes tras el periódico en la cafetería de siempre. Ella paseando con esa magia por aquel París olvidado. El blanco y negro de los recuerdos fundiéndose con los colores en aquel cuadro que coronaba el salón. La vida consumiéndose como un cigarro. Tachando los días del calendario cada vez más felices. Persiguiendo azoteas, corriendo en dirección contraria mientras la lluvia nos cala los huesos. Intensos. Azules. Odiándonos y amándonos a partes iguales. Descubriendo que la vida es fácil si sabemos mirarla de frente.
"La vida era estupenda. Lo único que uno tenía que hacer en ese pequeño mundo suyo era ser escritor o artista o bailarín y quedarse sentado o ir por ahí, inhalando y exhalando, bebiendo vino, simulando que uno sabe qué coño pasa."
Bukowski.



No hay comentarios:

Publicar un comentario