Una sala de espera en medio del desierto. Y te preguntas:
¿A qué esperas? Los pájaros de mi espalda están deseando echar a volar. Tengo una azotea con vistas al mar y dos
tumbonas esperando que nos propongamos vivir y olvidarnos del mundo. Un par de
abrazos entre las costillas y más ganas que nunca de ser feliz. Encontré
respuestas en los libros, algo me decía que merecía la pena vivir si te servías
el café cada mañana. (O me lo servías tú) Y me falta una copa de champagne para
celebrar que somos, que existimos, que toda la vida es ahora. La historia de mi
vida, unos ojos grandes que quieren volar. Buscando unos ojos verdes tras el
periódico en la cafetería de siempre. Ella
paseando con esa magia por aquel París olvidado. El blanco y negro de los recuerdos fundiéndose con los colores en aquel cuadro que coronaba el salón. La vida consumiéndose como un cigarro.
Tachando los días del calendario cada vez más felices. Persiguiendo azoteas,
corriendo en dirección contraria mientras la lluvia nos cala los huesos.
Intensos. Azules. Odiándonos y amándonos a partes iguales. Descubriendo que la
vida es fácil si sabemos mirarla de frente.
"La vida era estupenda. Lo único que uno tenía que hacer en ese pequeño mundo suyo era ser escritor o artista o bailarín y quedarse sentado o ir por ahí, inhalando y exhalando, bebiendo vino, simulando que uno sabe qué coño pasa."
Bukowski.
"La vida era estupenda. Lo único que uno tenía que hacer en ese pequeño mundo suyo era ser escritor o artista o bailarín y quedarse sentado o ir por ahí, inhalando y exhalando, bebiendo vino, simulando que uno sabe qué coño pasa."
Bukowski.
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