No quiero regalos, me inventaré una alergia al chocolate, las flores y la gente arrodillada si es necesario, no quiero cajitas, arroz cayéndonos encima ni historias de naranjas mal cortadas. No quiero espuma de afeitar en mi baño, ni violines, ni París ni Venecia, ni conocer tu ciudad ni a tus padres, no creo en castillos ni en príncipes que besan princesas para despertarlas, no quiero blandeces, ni que te adaptes a mí, ni que te enfades por la distancia de seguridad que querré de vez en cuando.
Que nuestras manos no encajen, que tu hombro no me sea cómodo, que odies como bailo, que odies como escribo, que te rías de cómo hago todo. No quiero saber el nombre de tus futuros hijos, ni que lleven mis apellidos. No quiero exclusividades, quiero alquiler con opción a compra nunca llevada a cabo, no quiero escribirte solo a ti, no quiero amores con complejo de jaula. No quiero obviedades, ni golpes de estado de ánimo algún 14F. Y por supuesto, no quiero acordarme de ti escuchando algún grupo romántico de los ochenta.
Pero que tengas claro que si hay algo que quiero es a ti, y a este puto miedo a tu potencial de cambiar todo lo antes dicho.
"Hay mil canciones sonando en mi bolsillo,
y tesoros que caben en bolsas de basura,
una ciudad que duerme con envidia de puerto,
edificios repletos y vacíos de sueño,
y además,
tu y yo,
que nunca estaremos más despiertos"
Carlos Salem