Pasar página es seguir escribiendo sin hacerlo encima, pero
ella se venía abajo cuando le recordaba sudando tinta a la altura del cielo que
marcaba su boca.
Estuvo pensando y los árboles se hicieron libros. Ahora no
sabe en qué bosque les besarán las flores los pies. A veces lo imagina triste mirando por la
ventana...
Si las ciudades hablaran, se habrían quedado sin palabras al verles, de eso estaba segura.
Si las ciudades hablaran, se habrían quedado sin palabras al verles, de eso estaba segura.
Ella todavía vuelve a casa con hormigas entre las piernas cuando
recuerda cómo la ponía entre su espada y cualquier pared.
Sigue bailando sola
con el pelo recogido entre absolutos desconocidos y teje sus ojos a su piel
como quien se hace un jersey contra el frío en plena primavera emocional.
Y echa de menos que le coja de la mano fuerte, como el que
cree que puede desafiar al mundo con un solo gesto. Y juega excitada a asumirse
eternamente suya por un rato.
Se deja comer por el resto porque no puede mirarle como al
mismo. Y juega con la belleza a relamer la suerte de ser mariposa y capullo al
mismo tiempo.
Y tú, podrías pasar a saludar y quedarte a vivir con ella otra
vez.
O simplemente, podrías pasar a llenaros de arañazos nuevos
que lameros sin pedir perdón durante horas.
Podríais hacer el amor por esto, hasta que se jodiese por sí
sólo.
Si apareces en la puerta de su casa, como un
cantante de rock que en plena carretera se da cuenta de que sólo es un perro
abandonado. Y bajando la mirada, le susurras que la quieres como a nadie. Si le dejas ver que no te gusta el cine en el resto de
películas que ves, en ese caso; va a tener que amueblar esos muros con tu ropa.
Abrazarte y esperar que te largues a follarte a otra con el
amor hecho.
"Iba perdiendo el don maravilloso de ver las cosas tal
como no son."
Alejandra Pizarnik