El vértigo es enfrentarse
cada día a una nueva mañana, no hundirnos en el café, sonreír y buscar algo que
merezca la pena.
Tenemos que seguir
buscando. Puede que nadie pueda salvarnos del asfalto, puede que el mar esté
demasiado lejos, puede que se nos amontone la vida en la silla con la ropa
sucia y se nos olviden los motivos.
Puede que las palabras ya no lleguen, que las personas que creíamos
eternas, ahora estén caminando en sentido contrario.
Vértigo es volver a nacer
todos los días, pero yo, yo voy a preparar el café con tres de azúcar y una
sonrisa. Y…que la mayoría de los días el mar no queda tan lejos (tú ya lo
sabes). Tenemos que ser unos héroes cada día, cada mañana luchamos por sentir.
La vida no es sólo ir de un lado a otro con el reloj a contracorriente
pisándote los talones.
Tenemos que encontrar
nuestro sitio. Y yo que me encuentro en tus pupilas, en tus brazos, en las
palabras de la gente que siempre está ahí y en las palabras de la gente que se
fue.
Aquí sigo, nunca huí,
pese a mi afición de coger trenes sin destino cada dos por tres, esos que
suelen acabar en ninguna parte una noche cualquiera.
Aún nos queda tanto por
vivir, una noche de hotel en cualquier lugar con un baño de espuma, unas
cuantas promesas, una noche en la playa, unos cuantos suspiros de placer y un viaje a la luna. Tenemos que gritar desde
lo alto de una montaña que hoy somos héroes, mañana quién sabe. Tienes que
aprender a bailar (el pasillo de mi casa es la mejor pista de baile). Tengo que
engañar al destino para que te quedes conmigo. Tienes que decirme “No has
crecido nada desde la última vez”. Tengo que darte un abrazo en silencio (no
sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento). Tenemos que hacer el amor.
Tienes que volver a enamorarte de mis ojos, tienes que volver a contarme un
cuento.
Es tarde para sentir
miedo, toda la vida es ahora. Y tú eres el motivo, tú siempre eres el motivo, y
daría la vuelta al mundo por abrazarte por la espalda un día cualquiera.