Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

sábado, 11 de febrero de 2012

Contradictorio.


Contradictorio es que vivas más en algunos minutos que en semanas, contradictorio es tener frio en la playa, y calor en un quirófano, contradictorio es sonreir al levantarte, levantarte sin sonreir tambien es contradictorio, contradictorio es que no se acaben los temas de conversación, que se acaben, a veces tambien lo es. Contradictorio es llorar de risa, reir de nerviosismo, contradictorio es cansarte menos cuantas más cosas haces, tener más sueño cuanto más duermes, simplemente es cierto, contradictorio es que me guste que me contradigan. Contradictorio es que te alegren el día las cosas sin sentido, las frases sin fundamento... las cosas contradictorias.

lunes, 6 de febrero de 2012

Extasis.


Extasis que se pierde entre los latidos de mi corazón.
Entonces, escucho como mis venas crujen, mi cuerpo tiembla, y mis piernas se tensan.
Y los pies se alternan: Plié, relevé, plié, relevé.
Esta es, sin duda, mi droga perfecta.

jueves, 2 de febrero de 2012

Implacable.



Era preciosa, preciosa y feliz. Siempre lo había sido. Sonreía a todas horas y amaba la vida casi tanto como una madre a su hijo, por encima de todo, de cualquier cosa.
Un mal día, su perfecto mundo cayó, la invadió algo terrible e inexplicable que se apoderó de ella y rompió todo en mil pedazos o más. Empezó a ver la vida de forma distinta, conoció la peor parte de ella, y la peor del ser humano (o casi). Aquella característica sonrisa pasó a ser una mueca forzada a duras penas, los grandes ojos expresivos se tornaron grises y apagados, casi tanto como sus días. Y aquel inigualable don de irradiar energía murió, como tantas otras de sus pasiones.
Ha pasado ya algún tiempo (demasiado quizás), y a día de hoy continúa peleando para volver a recuperar a la chica que fue. La que se iba a comer el mundo. Todos los días se hace una promesa “Hoy si que si mi niña”, pero se acaba rindiendo, abandonando contra aquel otro luchador incansable una vez tras otra, dejándose caer al vacío sin nadie que pare esos golpes.
Sin embargo, yo estoy segura de una cosa, y es que un día podrá, hoy va a poder de hecho, va a ganar ese combate, y va a ponerle una gran zancadilla a su contrincante para que esta vez sea él el que caiga al vacío (para siempre).Y hoy va a volver a ser la que era, y por supuesto, se va a comer el mundo.

lunes, 30 de enero de 2012

Mami, yo de mayor quiero ser...


...gato. Quiero recorrer la nocturna ciudad por los tejados; que la única envidia que conozca sea la de aquel que disponga del mejor contenedor de basura. Que la soledad no me asuste.
Quiero tener cariño, pero no dueño. Hogar, pero no jaula. Quiero abarcarlo todo con una mirada, la luz y la sombra; saber dañar a quien me amenace; y acurrucarme en los brazos de quien me acaricie. Quiero un cojín al lado de la chimenea, y que ese sea mi mayor lujo; pasear todas las noches y, si así lo deseo, llorar al amanecer.
Pero sobre todo, mamá, por encima de todas las cosas: quiero caer siempre de pie.

sábado, 28 de enero de 2012

Debajo de tu cama.



"Ahora que me acuerdo… te dejé mi compañía doblada en el cajón de las camisetas bonitas. Mi mejor sonrisa está colgada junto a tu bonita chupa de piel. Los abrazos rotos creo que están en el cajón de las camisetas. Las miradas de reojo se perdieron en el espejo de la entrada, ese en el que siempre te mirabas para peinarte, antes de guiñarme el ojo y salir por la puerta, ya de buena mañana. Los paseos por la playa los guardé en el zapatero. Las fotografías, están todas colgadas por la habitación. No las quites. Nunca. Son obras de arte.
Las caras de sueño están junto al amargo café de las 7 de la mañana. Perdóname porque nunca me acordaba de apagar ni la cafetera, ni la luz de tu presencia en toda aquella oscuridad. Cuánto te echo de menos...
Ojalá algún día tengas el valor que tanto me faltó. Lo escondí entre todas esas cartas sin destinatario que escribía por las noches, cuando me encerraba en la habitación, sola. Tan cerca, y sin embargo tan lejos.
Todas las palabras que debí decirte, todas, están por el suelo del salón, desperdigadas, como las piezas de aquel puzzle que intentamos montar, sin resultado. No nos dimos cuenta de que éramos nosotros los que no encajábamos en ese marco de homogeneidad. Ése fue nuestro problema. Somos tan diferentes...
No me olvido de tus consejos, de tus ánimos y de tu optimismo. Están congelados, en la nevera, al lado de la mermelada de fresa, que tampoco tiene fecha de caducidad.
Las noches en vela, leyendo, hablando y jugando al póker. En el jardín, junto al rosal que creció igual que creció aquello que un día nos ató. Aquello que nos quemaba la piel, que nos ardía en las venas de la conciencia de la misma manera que ardían nuestras penas en la chimenea del comedor, cada vez que estábamos juntos.
Los grises días de lluvia, están todos entre las letras binarias del periódico que comprabas todas las tardes. Las tardes que llenabas de puro colorido, ése que inunda cada cuadro del pasillo.
Las canciones, tu voz, todavía resuenan entre las cuerdas de tu guitarra. Siempre tocabas mientras escribía, para que fuese literatura melódica.
Los besos evaporados deben respirarse por toda la casa. Igual que yo te respiraba cada día, 24 veces por minuto. Minutos, segundos, horas. Cuanto tiempo compartimos. Todo me lo dejé allí. En ese mismo ático de la calle Talbot, paralela al famoso barrio de Portobello.
Incluso mi misma persona, mi verdadero yo, después de correr miles de kilómetros, después de huir tan lejos, de querer escapar de mi propio deseo... sigue allí, contigo."