Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

lunes, 10 de marzo de 2014

Tenemos que inventarnos otra vez.




Podríamos ser todo y nada a la vez. Podríamos ser más y mejor. Podríamos ser un día cualquiera lleno de sorpresas. Podríamos ser un barco de papel que no se hunde en el mar. Podríamos ser una moneda de dos caras que siempre nos dice que nada va a salirnos mal. Podríamos ser verano en pleno invierno. Podríamos ser un beso de esos que calan hasta los huesos.
Podríamos ser muchas noches sin dormir. Podríamos ser un juego de uno jugado por dos. Podríamos ser miradas que se clavan. O palabras que se escriben solas en mi cabeza. Podríamos ser un corazón dibujado con tu dedo en mi espalda. O una sábana con mi olor. Rojos, como mis labios en tu cuello. Podríamos ser norte, sur, este y oeste. Podríamos ser cualquier cosa que sueñes conmigo. Podríamos ser caricias que recorren caminos sin ningún final. O una canción por terminar. Podríamos ser una historia de ciencia ficción, comedia, terror, e incluso amor.
Podríamos ser fuego sin quemarnos. Podríamos ser silencios llenos de te quieros. Podríamos ser el mejor día de nuestra vida. Podríamos ser vértigo en lo alto de la Torre Eiffel o tu risa rodeándome para que desaparezca el miedo. Podríamos ser uno, y olvidarnos del dos. Podríamos hacer la guerra para después hacer el amor. Podríamos ser tantas cosas cómo quisiéramos. Podríamos ser las ganas que nunca nos faltan. Podríamos ser hasta lo inimaginable.


"Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa…
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás…
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga…
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez."

-Para leer en forma interrogativa.
Julio Cortázar


viernes, 14 de febrero de 2014

Eso y que en las farmacias todavía no venden tu risa.




Que no. Yo no quiero que me dé los buenos días, quiero que me dé electricidad nada más abrir los ojos. Que prendan las sábanas si las rozamos, un incendio injustificado pero necesario en nuestra pequeña habitación.
Tampoco quiero que me haga la comida, prefiero que nos hagamos, que nos demos de comer. No quiero que sepa volar pero sí que esté dispuesto a aprender a hacerlo conmigo.
Que sea ría de que soy un completo desastre. Que si se me escurre la sonrisa llegue a tiempo para sujetarla fuerte.
Que se esconda entre mis libros y aparezca en las frases de otros. Que salga de debajo de mi cama cuando juguemos al escondite. Que se esconda como nadie pero que no desaparezca nunca.
Que vaya dejando chispas por casa para que yo desayune zumo de naranja con azúcar, la ciudad y sus ojos.
Quiero que salte sobre mí en la cama y que tenga muy claro que en la habitación nuestro techo es lo más parecido al cielo. Que si caemos al suelo estará blandito, no nos haremos daño y podremos tumbarnos a mirar las no estrellas.
Que no se enfade conmigo nunca y si lo hace, que no nos pidamos perdón, que nos pidamos besos.
Que las cosas más importantes del mundo le parezcan una tontería a mi lado. Que las tonterías a mi lado le parezcan las cosas más importantes del mundo.




Yo no quiero 14 de Febrero.



martes, 28 de enero de 2014

Somos una casualidad llena de intención.




Las ciudades de madrugada siempre me dieron ganas de huir, y todas las carreteras del mundo, y tus ojos que me miran pidiéndome que me pierda en ellos una vez más.
Este verano conocí contigo algunas carreteras del sur, y como en una novela,  huimos sin mirar atrás. Sin importarnos nada que no fuésemos nosotros. Como cada vez que nos tenemos cerca.
Cada mañana es una nueva aventura en la que lo más importante es querernos sin más.
Las terrazas de las que hemos huido alguna vez después de comer, nuestro hablar sin parar, cantar en el coche como si no hubiera mañana  con los pies en el salpicadero y la mirada perdida, ah,  y los bailes improvisados en una habitación de hotel.
Me pasaría media vida huyendo juntos. Volver a casa de madrugada, con los ojos llenos de vida y el corazón a prueba de bombas. Esos días de mar y carretera, de ciudad y cama.
Desde que te conozco, ya pocos días me escapo a la ciudad del viento. Nado en ese mar que me se de memoria (ya no tengo miedo a ahogarme) me debes haber vuelto un poco más valiente.
Quizás me he dado cuenta que mi felicidad es esto…Tú, somnoliento despertándote a mi lado por las mañanas. Porque nunca se si empezar el día comiéndome el desayuno o comiéndote a ti. (Más bien comiéndome tu a mí.)  
Puede que haya temporal fuera, que llueva cada noche, pero la ciudad es preciosa cuando llueve desde tu cama. Y seguimos siendo eternos cuando te veo aparecer al final de la calle, con tu sonrisa y tu flequillo despeinado. Entonces sonrío, porque sigues aquí, porque en realidad nunca te has ido. No tengo ninguna duda, el infinito me lo ha dicho.




 "A veces se te desordena el pelo de una manera
 que hace que todo lo que esté sucediendo en ese instante 
pueda esperar."

lunes, 28 de octubre de 2013

Con la sonrisa del que no tiene miedo a morir.


Estamos hechos de pedazos de recuerdos y sueños. Nos perdemos entre las sábanas por la mañana, nos miramos en el espejo temerosos aún dormidos, esperando algo del día que acaba de empezar. Compramos cereales, fruta, y té, entonces  nos sentamos a comer solos o acompañados, qué más da. Estamos solos.
Navegamos entre los días, soñando con aquella playa de postal en la que un día estuvimos nosotros. Nosotros. Todas las mañanas buscamos  esos minutos de lucidez, la felicidad espontánea que nos dan las palabras, o la lluvia cuando nos sorprende y está fría.
También soñamos con el  “quédate conmigo”, pero sólo nos llegan noticias de huidas. Todavía no ha llegado el invierno y estamos llenos de rabia. Odiamos el tiempo que nos va matando de tanto echar de menos.
Y yo, odio las noches en las que no me abrazas (y también los días),  la taza de café que se enfría, los autobuses abarrotados , la gente que no mira a los ojos y las veces que lucho por algo hasta que me araña por dentro. Yo quiero contagiarte de esto, de arañazos por dentro. De ganas de luchar. Quiero despertarme contigo cada mañana, beberme el café caliente y contigo. Contigo. Encontrarnos en la cama por las noches, y soñarnos debajo de las sábanas como si fuera la primera vez. Me niego a coger aviones sin ti, ya te lo dije,  porque todas las huidas llevan tu nombre, y no importa lo lejos que esté si te llevo conmigo. Que no quiero dejarte ir, no. Me niego a olvidar que un día apareciste en mi mundo para darle la vuelta. Y desde entonces, bailamos por las calles de esta ciudad gris, o de esa otra no tan gris. Nosotros. Hoy te lo pido, huye conmigo. Te espero aquí, ya sabes el destino… y también los motivos.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Desayunar siete veces al día y otras drogas.




La negatividad debe ser eso de ver un folio en blanco y mancharlo de negro. Escribir. No escribo lo suficiente para lo muchísimo que echo de menos. Todo lo que echo de menos
debería decirlo más.
Hay ciertas huellas en mí que me recuerdan constantemente tu sonrisa.
Debería haber más gente haciendo el amor que botellas rotas en los parques.
Por lo menos hasta el día en que el vidrio refleje y no corte.
A nadie le gusta dormir solo. Nadie es perfecto pero no lo sabe.
A nadie le gusta dormir solo conmigo. Y  a mí me gusta dormir acompañada de ti.
La soledad es una cama en la que ya no te recuerdan. A nadie le gusta dormir solo. La mayoría prefiere dormir abrazada. La mitad sueña con que le sueñen,  y a mi…
A mí no me gusta dormir si no te veo.

 
Amar es saber que te follaría contra cualquier pronóstico de tormenta.

sábado, 3 de agosto de 2013

De amor y otras fragancias.

 
 
Los días pasan y el calendario va tan deprisa que hace tiempo que no me atrevo a mirarlo de frente. Al tiempo le importamos una mierda, es un egoísta que se para muchas veces cuando no tiene que hacerlo y otras sin embargo, vuela tan deprisa que ni lo ves. Se escurre entre la multitud.
Te juro que he intentado pararlo millones de veces, y lo he conseguido sólo unas cien.
Entonces  he pensado que voy a dejar mensajes por todas las paredes de la ciudad. Voy a salir cada noche a cenarme la luna y voy a bañarme desnuda en aquella playa otra vez. Porque sé que en algún momento leerás todas estas palabras desde cualquier rincón. Sin que el tiempo pueda borrarlas. Sé que una noche de estas, dejarás que tu tristeza flote en una copa medio llena. Que el tiempo no conseguirá tampoco pararnos a nosotros. Porque también sé con total seguridad, que volverás a bañarte conmigo.
 

 "Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto"

Julio Cortázar  “Rayuela" 
 


miércoles, 24 de julio de 2013

"Pese al tiempo, a la distancia y a la lluvia"

 
 
Llevo muchos días sin escribir, supongo que porque no quiero tener que borrar palabra por palabra. Me resisto a dejar que la tristeza me mate.  Pero esta noche, leyendo, he puesto a Sabina y de repente he recordado una noche diferente. Con la ciudad vacía y las manos llenas de vida. He recordado que he vivido tantas batallas, que no me importa salir otra vez llena de heridas. Soy experta en chocarme una y mil veces con la misma pared sólo para ver lo que hay detrás, porque el paisaje que hay más allá de la pared merece más la pena que todas las heridas. Supongo que me he cansado de perder abrazos y sueños. Recuerdo tantos instantes. Cómo aquel día que llegaste a mi vida, tan de repente, tan necesario. Recuerdo las veces que me robaste la sonrisa. (Que por cierto, te la metí en el bolsillo del pantalón ayer antes de irme). Ah y acuérdate, que lloramos y reímos más que nadie. Y que al despertarme, te acaricié la cara, para acordarme de todas esas facciones, esa boca y esos ojos que me han hecho volar. Después te abracé, pero no un abrazo de despedida. Te he dicho que me chocaría mil veces contra la misma pared por llegar a lo que está detrás. También quiero decirte que las calles de cualquier ciudad siempre serán nuestras, y la lluvia. Que puedes ayudarme a derribar los muros que se nos crucen por el camino si quieres. Porque desde hace algún tiempo tengo la certeza de que eres tú el que me va a hacer sonreír todas las mañanas. Y eso es algo muy grande. Menudo viaje el nuestro, hasta dentro de unos días, mi amor.
 
“Me he tomado también tu taza de café.
 Ya casi no tengo azúcar,
 Pero me acordé que a ti te gusta amargo.
 Sabe muy feo. Como la soledad.
 Como este estar deseándote a todas horas."
 
Jaime Sabines

lunes, 8 de julio de 2013

Para la heroína más grande que conozco.

 
 
 
Sus labios han escrito sonrisas para mí, para que las cosas fueran más sencillas. Mi mejor autocrítica y espejo, en el que me encantaría poder mirarme todos los días de mi vida. La que dibujó mis primeras palabras y diseñó mis primeros pasos. La farmacia en casa, poniendo a las grandes heridas internas (esas que apenas consigue ver nadie en mí) las mejores tiritas. La que me ha dado siempre todo sin esperar nada a cambio. La que me enseñó a ver el lado positivo de las cosas sin darse ni siquiera cuenta de ello. Quién deshizo montañas creadas con granos de arena. La guinda de mi pastel, la que vio siempre en mí el vaso medio lleno. Especialista en vencer todos y cada uno de sus monstruos. Ella me dio la vida y desde que la conozco, no ha parado ni un solo instante en seguir dándomela cada día. Porque es cierto eso de que sólo hay una y yo no la cambiaría por nada del mundo.  


martes, 25 de junio de 2013

Te espero en páginas no escritas.

 
 
Te habías despedido.  Era una de estas despedidas que te partían en dos y te dejaban el corazón hecho añicos. Todo el suelo estaba lleno de pedazos. Como un puzzle que no encaja. Como la vida cuando nos frena de golpe. He perdido la voz en sueños despiertos gritando tu nombre, he muerto en todas las esquinas de tu cuerpo, y me quedé dormida en tu pecho y ya no sé dormir en mi cama.
Tan grande y tan lejos.
He andado por las calles odiando mis ojos, mi piel, mi pelo y hasta mi sonrisa. He cogido trenes imaginarios buscándote al final del vagón, con la camiseta de rayas y la mirada despeinada sonriéndome.   
Y ahora no hago más que echarte de menos, y no hay nada más grande que tu abrazo al despedirte, “más fuerte, cómo si me quisieras romper” y vaya si estoy rota. No quiero que duela. No quiero que me duelas. Volverás a irte y todas las canciones me hablarán de ti.
Tendré que coger aviones sola, escribirte en los aeropuertos, cogerme a mí misma de la mano en el despegue y en el aterrizaje. Volveré a olvidarme de la felicidad. Y tú olvidarás a aquella que te volvía loco en todos los sentidos.  
Compraré flores, dormiré entre libros, volveré a esa playa una y otra vez, y miraré la luna. Esa luna llena que fue cómplice de nuestros besos.
Y puede que algún día me olvide del olor de tu cuello. O puede que lo recuerde siempre porque estarás aquí. Conmigo. Y puede también que no tenga que olvidarme de la felicidad.
Que esta noche, te necesito jodidamente a mi lado.
 

miércoles, 12 de junio de 2013

La noche es de los poetas, las putas, y de los que mueren de amor.


 
Hablo de él. Hablo de cómo el reloj tiembla cada vez que da una vuelta si él no está cerca, de cómo conjugar su sonrisa en gerundio y decir “no” cruzando los dedos.  Hablo de joder el velocímetro de su pecho, de revolucionar los horarios y olvidar el sueño por los sueños. De hacer el amor y que el amor nos haga estar así, de matar al ocho para tumbarlo, de vivir entre puntos suspensivos.
No hablo de “para siempre”  hablo de mañana, de cada día y del “continuará” al final de cada episodio. Del te odio reventando instantes y los bolígrafos reventados por el sobreuso cada vez que intento escribirte. No hablo de hacer planes, hablo de planear juntos a ras del mar y nadar juntos y desnudos en el rio a carcajadas. Hablo de tener vértigo por la altura que estamos cogiendo y olvidar el paracaídas y las huidas repentinas. Hablo de que la primavera me gusta, pero el verano será mejor. De tácticas y estrategias, de terapias de choque para perder el miedo al te quiero, de hacerme sentir incoherente con mi yo de anteayer que no creía en todo esto, de que sea la margarita la que me pregunte a mí y que yo responda que no. Cruzando los dedos.
 
 
"Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
Porque de todas las cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un amante."
 Falsamente tuyo, Charles Bukowski.

sábado, 8 de junio de 2013

Y tú? Qué quieres ser cuando seas niño?



 
 
Últimamente ando perdida, ya no encuentro gatos callejeros que maúllen a la luna y tampoco consigo imaginarme volando más allá del tiempo.  Algo me falla. Aún así, logro encontrarme a veces en la soledad compartida de algún lugar.

Odio las conversaciones a medias, el ruido,  y a muchas personas que ni siquiera conozco.

Mis palabras no salen en el momento adecuado, por eso a menudo, casi prefiero simplemente mirar.

Siempre preferí un buen libro.  Y adoro las noches de locuras.

Quiero ponerme flores en el pelo, gritar en carreteras interminables, y perderme  en lugares que no descubrí.

Quiero escapar de este maldito olor a asfalto.

Se que pronto tendré meriendas  al lado de la luna y que iré a dónde me dé la gana.

Tengo la seguridad (o la ilusión) de que pronto encontraré mi lugar, allí a la derecha de donde se cumplen los sueños y lejos de esta ciudad que me ahoga. En este mundo injusto que sigue girando cada día,  sin importarle lo más mínimo las piezas que lo componen, que por cierto, cada día están más rotas.

 
 
"Hay personas que nunca se vuelven locas,
qué vidas tan horribles deben vivir"
Charles Bukowski

lunes, 3 de junio de 2013

El arte de mentir



Loco conoce a loca. Tacones rotos de escapar de sus problemas, rímel corrido porque llora todos los días y sólo se ríe cuando le saca fotos a él. La conoce un miércoles a las siete. Quedan dónde pueden, cuándo pueden y ella se desplaza subida a sus hombros. No hay dinero para regalos, y no se acuerdan ni qué día empezaron.  Ella le rompe a tirones su ropa elegante.  Follan, haciéndose el amor dónde pillan. Se destrozan cuándo se ven, en todos los sentidos. Se abrazan. Duermen juntos, sin saber qué locura se les ocurrirá mañana. Que mal tener una novia loca no? Loco se siente vivo, loco la quiere. Loca se ha ido. Y también lo quiere. Y loco no puede, ni quiere olvidarla.



 
"Cuélgate de mis rizos y si te pierdes
Ya sabes dónde estoy
Segunda a la derecha,
leyendo a Bukowski ahogada en un café.
Te espero en la esquina donde me engañaste
Comprando un sándwich de mentiras."
Bambi Bonsai

 
 
 
 


miércoles, 29 de mayo de 2013

Éramos, fuimos.



 
Fuimos una madrugada menos en el calendario, un orgasmo sin terminar; fuimos frio. Me encantaba perder(me) entre el olor clorofórmico de tus sábanas;  hacer el amor entre las tildes de nuestros nombres; odiar la separación de nuestras letras. Éramos nosotros corriendo por las carreras de mis medias a más de cien palpitaciones por segundo. Éramos ropa interior a los pies de mi cama haciendo recuento de noches ardientes perdidas en el fondo de un vaso; contando cuántos pasos juntaban tus labios y los míos, cuántas miradas eran necesarias para desnudar al amor. Solo dos. Fuimos amantes suicidas que un martes trece, ebrios de morbo, quisieron casarse a besos.


 

domingo, 26 de mayo de 2013

Todos los puentes están enamorados de un suicida.


 
Los últimos días habían sido caóticos. Grises por la mañana y color otoño por las tardes. El parte meteorológico anunciaba miles de días grises ya que había entrado una borrasca por el ventrículo izquierdo, y era imposible una ola de calor ahora.
Recomendaban paraguas día y noche, y sobre todo cuándo pisaras la habitación. Llueve demasiado en lugares cerrados, hay que tener cuidado.
Los días tostándose al sol se habían acabado.
Los besos en la playa y en habitaciones secretas, también entre la gente que pasaba deprisa a nuestro lado, esos besos… alguien los había robado. Los buscamos por toda la ciudad cada noche, sin rastro alguno de ellos. También buscamos las mejores películas del mundo, las canciones más bonitas y aquellos abrazos eternos.
El último año había sido increíble, sonreía a todas horas sin sonreír, o sonriendo qué más da.

Y ahora, ahora llueve. Pero nosotros habíamos dicho hasta dentro de diez mil años, y aún nos quedan 9.999.


"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser."


domingo, 19 de mayo de 2013

Sin rumbo fijo.





En el laberinto. Tu por un lado y yo por el otro. Por si no fuera lo bastante complicado con uno solo buscando y el otro en el centro.

El centro cambiando de sitio cada segundo.

Los caminos cambiando cada día y las brújulas que indican nuestro camino al norte averiadas por vivir en un continuo barco sin rumbo fijo.

 Tu por un lado y yo por el otro.

En un continuo buscar para no encontrar, como todo lo contrario a lo que nosotros queremos, porque en realidad, nacimos en el centro e intentamos escavar para volvernos a encontrar en un lugar en el que el calor no nos mate. Pero tampoco el frío.

Sucios de tierra hasta las orejas, imperfectos pero felices.

 Quizá moriríamos sin calor, y quizá nuestro sitio tampoco fuera el centro.

“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que íbamos a encontrarnos”
 


"El amor es una catástrofe espléndida: saber que te vas a estrellar contra una pared, y acelerar a pesar de todo: correr en pos de tu propio desastre con una sonrisa en los labios; esperar con curiosidad el momento en que todo se va a ir al carajo. El amor es la única decepción programada, la única desgracia previsible que deseamos repetir."
Frédéric Beigbeder 



domingo, 14 de abril de 2013

Volvemos a hablar del frío.





Mi mirada triste solo dice una cosa: que quiero romper todos los putos relojes, todas las distancias infinitas y colgarme de tu risa. Desabrocharte la camisa y dibujar en tu cuerpo el mapamundi de mi vida. Quizás llevarte a una esquina y besarte hasta dejarte sin aliento. Que lo único que quiero es intensidad, que el corazón me vaya a mil por hora y no perderlo en el intento. Que te rías de las locuras de esta chica risueña que cada día está más loca. Que sería capaz de llevarte al cielo  sólo si te quedas un rato más conmigo, si luchas contra tiempo y tristeza. Que quiero buscar nuestro beso de medianoche, ese que todavía me debes. Soñarnos cerca con la luz apagada. Ser dos aventureros en la ciudad del viento y descubrir playas desiertas. Reivindicar que seremos eternos aunque nos separe la vida. Ponerme tu camisa tras una noche de guerra y que me la vuelvas a arrancar a la mañana siguiente. Y es que, tú eres de esos que te abrazan sin esperar nada a cambio, y todavía estamos a tiempo. El cielo del techo se viste de colores, y nos dice que tenemos que hacerlo. Tenemos que hacerlo ahora.

 
 
"Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro."
Adolfo Bioy Casares - Carta a Elena Garro


martes, 2 de abril de 2013

El destino tenía razón, tenías el atardecer más grande del mundo.

 
 

Como la protagonista de aquella película francesa fumando en la ventana, dejando que la vida se escape entre el humo. Como un bolero que habla del quizás, quizás, y de los vestidos que nunca te pones y bailan dentro del armario. Brillabas, era cierto, últimamente algo te llenaba los ojos de vida, y eras tú misma. Eras tú de nuevo. Tomabas infusiones cada noche y dejabas que la tristeza se fuera lejos, bien lejos, y planeabas atracar corazones y robar librerías, dejar notas en los libros de la biblioteca que dijeran, “Hola, eres el hombre de mi vida” con un “búscame entre la música de algún lugar lejos de aquí”. Y que la casualidad hiciera de las suyas. El café ya no era amargo. Llevaba lloviendo dos semanas y salías con una sonrisa que provocaba un arco iris. Con el sombrero lleno de pájaros y bailabas con la música en las estaciones de tren. No era cosa del amor, y tampoco de los trenes que te llevaban lejos en los días grises, ni de los libros que descansaban en la mesita de noche. Puede que tuviera algo que ver la ciudad del viento, la calma, el mar y las mareas. Y tú que estabas llena de sol y de sal. Estabas llena de vida.

Tenías el atardecer más grande del mundo atrapado dentro de ti. Y es cierto que la ciudad a veces se hace pequeña, pero tú eras tan grande que eras capaz de volar por encima de ella, de farola a semáforo, y a veces se hace grande, y te pierdes con tu bici en sus callejones.

La misma protagonista de aquella película francesa, esta vez quitándose el sombrero para volvérselo a quitar, y tiene una sonrisa grande, muy grande. Y el viento mueve las flores de la ventana. Y la estantería está llena de libros. Y ella sonríe, y el tiempo se detiene. Y un hombre la mira desde la otra punta de la habitación, diciéndole entre susurros: “Eres tan bonita…”

Y ella se coloca el sobrero, y las flores no paran de moverse, y él está loco por ella. Y ya nada importa, nada.

jueves, 7 de marzo de 2013

Por un momento nos abrazamos, y no hizo falta nada más.



 
 
El vértigo es enfrentarse cada día a una nueva mañana, no hundirnos en el café, sonreír y buscar algo que merezca la pena.
Tenemos que seguir buscando. Puede que nadie pueda salvarnos del asfalto, puede que el mar esté demasiado lejos, puede que se nos amontone la vida en la silla con la ropa sucia y se nos olviden los motivos.  Puede que las palabras ya no lleguen, que las personas que creíamos eternas, ahora estén caminando en sentido contrario.
Vértigo es volver a nacer todos los días, pero yo, yo voy a  preparar el café con tres de azúcar y una sonrisa. Y…que la mayoría de los días el mar no queda tan lejos (tú ya lo sabes). Tenemos que ser unos héroes cada día, cada mañana luchamos por sentir. La vida no es sólo ir de un lado a otro con el reloj a contracorriente pisándote los talones.
Tenemos que encontrar nuestro sitio. Y yo que me encuentro en tus pupilas, en tus brazos, en las palabras de la gente que siempre está ahí y en las palabras de la gente que se fue.
Aquí sigo, nunca huí, pese a mi afición de coger trenes sin destino cada dos por tres, esos que suelen acabar en ninguna parte una noche cualquiera.
Aún nos queda tanto por vivir, una noche de hotel en cualquier lugar con un baño de espuma, unas cuantas promesas, una noche en la playa, unos cuantos suspiros de placer y un viaje a la luna. Tenemos que gritar desde lo alto de una montaña que hoy somos héroes, mañana quién sabe. Tienes que aprender a bailar (el pasillo de mi casa es la mejor pista de baile). Tengo que engañar al destino para que te quedes conmigo. Tienes que decirme “No has crecido nada desde la última vez”. Tengo que darte un abrazo en silencio (no sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento). Tenemos que hacer el amor. Tienes que volver a enamorarte de mis ojos, tienes que volver a contarme un cuento.
Es tarde para sentir miedo, toda la vida es ahora. Y tú eres el motivo, tú siempre eres el motivo, y daría la vuelta al mundo por abrazarte por la espalda un día cualquiera.
 
 
 

lunes, 18 de febrero de 2013

Valiente.




Damos vueltas en la cama, por el cielo, cuándo no encontramos lo que buscamos y no sabemos qué buscar. Somos el epicentro de este mundo, que no para de dar vueltas, como nosotros. Lo que creemos un día, al día siguiente cambia de forma. El cielo cambia tan rápido de color que muchas veces no sabemos ni dónde estamos. Las flores se esconden en invierno y a mí me gusta ponérmelas en el pelo en verano. Hoy hace un viento tan fuerte que arranca toda la tristeza y se la lleva lejos de aquí, dónde no podemos verla. Tenemos un fuerte en nuestra cama, y ahora está llena de besos gigantes que tenemos pendientes. Tenemos billetes sin fecha para la ciudad del amor y una cama esperándonos sonriente y cómplice. Tenemos que hacer un crucero por el Sena y mirarnos a los ojos, felices. Asombrarnos con la belleza de Paris (una vez más) desde el bateaux mouche. Tenemos que capturar cada instante irrepetible para poder volver a él cada vez que la vida nos de la espalda. Y entonces recordar,“eres tan feliz que puedes estallar de felicidad”.  
Por cierto, aún tenemos que desayunar croissants en la cafetería de la esquina, esa que es pequeñita, con muebles blancos de madera, techos altos  y rincones llenos de cuadros y plantas, tazas de porcelana antiguas con flores y un café que sabe tan bien como tú en las noches frías. Tenemos que encontrarnos por cualquier calle de la ciudad, de cualquier ciudad. Tengo que esconderme y tú tienes que encontrarme entre sábanas color azul cielo, jugando al gato y al ratón mientras las deshacemos. Tenemos que pasear por esas calles que todavía no conocemos, para hacerlas nuestras a nuestro paso, siempre de la mano, siempre.
Tenemos que escapar de la rutina, olvidando que esta nos atrapa constantemente y ser libres por fin. En cualquier ciudad, en cualquier rincón, o en cualquier cama, agarrando con fuerza cada segundo para que no se nos escape, al menos no esta vez.  

 

“El truco está en perder rumbo y razón,
y cambiar el mundo entero sin que nadie se de cuenta.”



jueves, 14 de febrero de 2013

14F



No quiero regalos, me inventaré una alergia al chocolate, las flores y la gente arrodillada si es necesario, no quiero cajitas, arroz cayéndonos encima ni historias de naranjas mal cortadas. No quiero espuma de afeitar en mi baño, ni violines, ni París ni Venecia, ni conocer tu ciudad ni a tus padres, no creo en castillos ni en príncipes que besan princesas para despertarlas, no quiero blandeces, ni que te adaptes a mí, ni que te enfades por la distancia de seguridad que querré de vez en cuando.
Que nuestras manos no encajen, que tu hombro no me sea cómodo, que odies como bailo, que odies como escribo, que te rías de cómo hago todo. No quiero saber el nombre de tus futuros hijos, ni que lleven mis apellidos. No quiero exclusividades, quiero alquiler con opción a compra nunca llevada a cabo, no quiero escribirte solo a ti, no quiero amores con complejo de jaula. No quiero obviedades, ni golpes de estado de ánimo algún 14F. Y por supuesto, no quiero acordarme de ti escuchando algún grupo romántico de los ochenta.
Pero que tengas claro que si hay algo que quiero es a ti, y a este puto miedo a tu potencial de cambiar todo lo antes dicho.



"Hay mil canciones sonando en mi bolsillo,
y tesoros que caben en bolsas de basura,
una ciudad que duerme con envidia de puerto,
edificios repletos y vacíos de sueño,
y además,
tu y yo,
que nunca estaremos más despiertos"
Carlos Salem