Nadie.

No. No lo sabéis, ni lo sabe nadie. No sabéis cuanta pasión generan ciertas cosas, no sabéis como pienso, no sabéis como actuaría ante cierta situación, ni cual será mi siguiente paso. No sabéis hasta que punto soy capaz, capaz de lo que sea, eso no importa: capaz; ni cuanto cabe en mí, ni cuanto reboso, cuando me colmo o cuando me vacío. No lo sabéis. No sabéis a cuanta impotencia puedo llegar a dar cobijo, ni sabéis en que punto exacto pierdo el control y me dejo dominar por un impulso, una corazonada. No sabéis cuantas veces al mes calibro mis ánimos. Ni cuanto me gusta ser absurda, ni sabéis si lo soy. No sabéis que porcentaje de risas desearía poder descomponer en lágrimas, ni sabéis si sería posible que eso ocurriera. No sabéis si no os dejo saberlo por pasotismo, vergüenza, desconfianza o prudencia. Pero es que si os lo contara, ya sabríais más que yo.

jueves, 2 de octubre de 2014

La guerra contigo, y el invierno también.





Si nos pusiéramos a contar todas las personas que habitan en el mundo, nos parecerían pocas e iguales. O muchas y diferentes. Nos creeríamos egoístas por robarle tanta intensidad al universo todos los días. Por eso prefiero sentir que mientras todos duermen en la cama de otro; Yo duermo contigo.
Y también por eso considero más importante pedirte a gritos que te quedes a dormir, para luego quedarnos  despiertos  (casi) toda la noche. Porque si nos pusiéramos a contar todas las personas que habitan en el mundo, al final nos aburriría tanta mediocridad... y acabaríamos por contarnos los besos que nos debemos. No nos quedaría tiempo para contar nada más.
Si nos pusiéramos a contar todas las personas que habitan en el mundo, pasaríamos mucho tiempo sin dormir. El mismo que perderíamos pensando en todas las que te cruzas al día o te has cruzado en la vida. Por eso prefiero dedicar mi tiempo a hacer el amor contigo. A que el amor se asombre de cómo lo hacemos.  Para celebrar de esta manera que nunca sabremos a ciencia exacta tal número de personas. Pero que pese a eso, sólo hay una cosa clara, de entre todas ellas, tú te has quedado conmigo. Y eso, ya es motivo más que suficiente para poder dormir tranquila.


"Desconozco lo que nos espera,
pero si te quedas prometo 
contarte el final de esta historia
el último día de mi vida"

jueves, 28 de agosto de 2014

Ven, cómo si no supiéramos echar de menos.



A él.


Estoy aquí sabiendo que parte de mí está ahí, contigo, esperando otros cinco minutos de abrazo.
Estoy aquí haciendo de mi cama, una cama mejor donde encontrarte y que me encuentres, queriendo hacerte cosquillas sin ropa y sin aliento cuando estés triste.
Y ponerte canciones que hablen de ti, o de mí.
Que te parezca que saltar al abismo no sea más que volar un rato…
Estoy aquí, soñando con soñar a tu lado, pensando en qué desayuno te haré el domingo, segura de que aunque odies desayunar, necesitarás fuerzas cuando tengas resaca de los besos con los que te emborracharé la noche de antes, deseando que mañana no te vayas, que no haya distancia que nos separe, otra vez.
Estoy aquí mirando la sombra del gato que maúlla al vernos, que se arrastra por las esquinas buscando mimos celoso, de que seamos nosotros quiénes terminemos acurrucados el uno con el otro esta vez.
Estoy aquí, pero ahí también, contigo.
Y estoy feliz de haberte encontrado, porque te he encontrado y sé entonces, que tú también me buscabas, y que ahora estás ahí y aquí, conmigo. 
Y sonrío.

lunes, 21 de julio de 2014

Los sueños solo mueren si muere el soñador.



Yo creía que el amor era no poder dejar de hablar de alguien. Y lo creo.
Observo a las parejas sonrientes hacerle el amor a los parques, que no es lo mismo que follar en ellos. Y me pregunto quién de los dos hará la cena esta noche y quién se dejará abrazar al dormir.  También, a veces, me pregunto si duermen. O si no han dejado de soñar por soñarse juntos.
Y me enamoro otra vez, como nunca he dejado de hacerlo.
“Que te dejen soñar de una puta vez tranquila.” Sigo soñando acantilados, aunque no duerma ni los duerma.  Hago como si nada, pero el monstruo del espejo se está ahogando. Y sólo soy una niña asustada del reflejo.
 Ojalá nunca hubiese aprendido a hablar, besaría muchísimo mejor.  Ojala nunca hubiese aprendido a besar, callaría mucho mejor.
Hay un infinito terror, escondido debajo de esa manía tan humana, de no querer darnos la razón mientras nos regalamos la culpa. 
Tal vez sea tonta, pero todavía no distingo tus dedos del cielo. Que me dejen mirar, donde me dé la gana.
“Mira, el corazón no se rompe; se para.” 
Tengo un corazón tan grande que me es imposible llevarlo a todas partes. Aún así, no ando falta de emociones.
Y sólo le pido a los sentimientos que me perdonen por dejarlos en casa, cuando voy a cualquier parte, en la que no estás tú.
Y sólo le pido a los sentimientos que te perdonen cuando vas a cualquier sitio
en el que no estoy yo.
Y se te olvidan.


"Siempre es digna la derrota el kamikaze,
 pero qué triste el que perdió por el puro miedo a perder."

jueves, 17 de julio de 2014

A los ojos de alguién que nunca aprendió a leer.




Lo malo de cuando suben las emociones es que no creen en la permanencia; y un día sin avisar, le sueltan las pinzas a tus camisetas. Y caes, todavía mojada y con arrugas.  Como una sábana, pero sin manchas de piel.
Caer es como volar pero es mentira. Lo malo no es la caída, es no saber dónde queda el suelo.  No tener ni idea de cuántas noches irán, después de después de esta. Después siempre queda demasiado lejos de estar mejor. Después siempre es antes de ti.
El ahora es la realidad de que el vaso sólo está medio lleno cuando lloras, medio vacío cuando te has vuelto a pasar bebiendo.
El tiempo no cura nada, pero mata todo. Si la puta de la vida todavía no se ha dignado a contarte esto; ven, que ya te lo cuento yo. Y si quieres nos subimos al tejado y elegimos qué matar antes de que nos mate a nosotros. Y no pasa nada. 
Porque entre ese millón de hormigas que intentará que te levantes, todavía quedará algún gigante que se tumbará contigo para hacerte menos duro el suelo.

Y todavía nos quedará la poesía. Porque siempre habrá alguien despierto. Todavía.


"El dolor es extraño. Un gato que mata a un pájaro, un coche accidentado, un incendio… Llega el dolor, BANG, y allí está, se introduce en ti. Es real. Y para cualquiera que te vea, parecerás un imbécil. Como si te hubiese caído una idiotez repentina. No hay cura para ello mientras no encuentres a alguien que comprenda cómo te sientes y sepa cómo ayudarte"
— Mujeres.  Charles Bukowski.

domingo, 11 de mayo de 2014

“Lo que hay debajo de este vestido, son mis normas y puedes romperlas. El corazón, déjalo donde estaba.”





Pasar página es seguir escribiendo sin hacerlo encima, pero ella se venía abajo cuando le recordaba sudando tinta a la altura del cielo que marcaba su boca.
Estuvo pensando y los árboles se hicieron libros. Ahora no sabe en qué bosque les besarán las flores los pies. A veces lo imagina triste mirando por la ventana... 
Si las ciudades hablaran, se habrían quedado sin palabras al verles, de eso estaba segura.
Ella todavía vuelve a casa con hormigas entre las piernas cuando recuerda cómo la ponía entre su espada y cualquier pared.
Sigue bailando sola con el pelo recogido entre absolutos desconocidos y teje sus ojos a su piel como quien se hace un jersey contra el frío en plena primavera emocional.
Y echa de menos que le coja de la mano fuerte, como el que cree que puede desafiar al mundo con un solo gesto. Y juega excitada a asumirse eternamente suya por un rato.
Se deja comer por el resto porque no puede mirarle como al mismo. Y juega con la belleza a relamer la suerte de ser mariposa y capullo al mismo tiempo.
Y tú, podrías pasar a saludar y quedarte a vivir con ella otra vez.
O simplemente, podrías pasar a llenaros de arañazos nuevos que lameros sin pedir perdón durante horas.
Podríais hacer el amor por esto, hasta que se jodiese por sí sólo.
Si apareces en la puerta de su casa, como un cantante de rock que en plena carretera se da cuenta de que sólo es un perro abandonado. Y bajando la mirada, le susurras que la quieres como a nadie. Si le dejas ver que no te gusta el cine en el resto de películas que ves, en ese caso; va a tener que amueblar esos muros con tu ropa.
Abrazarte y esperar que te largues a follarte a otra con el amor hecho.


"Iba perdiendo el don maravilloso de ver las cosas tal como no son."
 Alejandra Pizarnik

lunes, 14 de abril de 2014

Todo lo que sé de sueños cumplidos es, que cumplas todos conmigo.



Me estoy haciendo pequeña como una hormiga arrastrando una miga de pan. Un anillo en el anular y todo esto que podría haber acabado de blanco en una isla desierta. 
Un miércoles cualquiera en mitad de un domingo.
Por cierto, quise hacértelo todos los días de la semana que viene, y de la anterior también.
Se te ha escapado una risa cuando te he confesado que: la indiferencia a veces es mi fuerte.
Y he omitido: “Que algún día lo tengas en cuenta “
Esa no se te ha escapado.
Debo ser la típica gilipollas atípica que todavía te rebobina cuando no quiere avanzar y se arrepiente todas las noches de no haber acabado la película.
Tú siempre tan con la cabeza en otra parte, mientras yo sólo pienso en sujetártela.
Hasta perder la mía.
Al menos podrías ir lanzando tus huellas.
La consolación no es ningún premio, pero consuélate conmigo.
Tal vez podrías aparecer. Llamar al timbre. Ni una, ni dos: - tres veces - como un cartero distraído.
Pedirme que baje a jugar y  acabar subiendo tú a traerme buenas noticias. Llevarte las malas, y dárselas a quien quiera tocarte esta noche.
Porque pienso pasar todo este sueño contigo en aquel sitio donde tú soñabas llevarme.
Porque después de esta tormenta no se va a atrever a venir ni la calma.


 "A veces me siento como si estuviéramos todos atrapados en una película. Nos sabemos el diálogo, hacia dónde caminar, cómo actuar, sólo que no hay cámara. Y, sin embargo, no podemos escapar de la película. Y es una mala película"

— Charles Bukowski

sábado, 22 de marzo de 2014

Hay un montón de motivos jugando al escondite.





La felicidad es una anciana sonriente escuálida del beso de los años. Cubierta de arrugas que cuentan una historia.
Como las sábanas de tu cama, tan mojadas y arrugadas; el mar en la cama después de la tormenta. Eso es la felicidad.
Tus manos que  juegan a tocarme...Y a mí, que siempre me ha gustado jugar contigo. 
La risa que me regalas mientras me susurras en un vagón de tren.
El cambio en mis manías que me hacen llegar a pensar que me estás siendo infiel 
otra vez conmigo. 
Saber que despertaría todos los odios del mundo sólo para que durmieses conmigo esta noche. Y esa noche, y aquella noche... Y las otras también.
Que nos la juguemos. Que volemos por los suelos tú y yo. Eso es la felicidad.
Y sabes? Creo que todo esto es porque eres la jaula más bonita que he visto, y de la única que no he intentado huir.  
Así que déjame que me quede y no me sueltes, felicidad.

"Y nosotros necesitamos tanto,
 si supiéramos de cuánto
se trata probablemente todo
y probablemente
moriremos intentando conseguirlo
o moriremos porque
no lo logramos
espero que entiendas cuando yo haya muerto
que yo logré todo lo que pude."

Charles Bukowski


lunes, 10 de marzo de 2014

Tenemos que inventarnos otra vez.




Podríamos ser todo y nada a la vez. Podríamos ser más y mejor. Podríamos ser un día cualquiera lleno de sorpresas. Podríamos ser un barco de papel que no se hunde en el mar. Podríamos ser una moneda de dos caras que siempre nos dice que nada va a salirnos mal. Podríamos ser verano en pleno invierno. Podríamos ser un beso de esos que calan hasta los huesos.
Podríamos ser muchas noches sin dormir. Podríamos ser un juego de uno jugado por dos. Podríamos ser miradas que se clavan. O palabras que se escriben solas en mi cabeza. Podríamos ser un corazón dibujado con tu dedo en mi espalda. O una sábana con mi olor. Rojos, como mis labios en tu cuello. Podríamos ser norte, sur, este y oeste. Podríamos ser cualquier cosa que sueñes conmigo. Podríamos ser caricias que recorren caminos sin ningún final. O una canción por terminar. Podríamos ser una historia de ciencia ficción, comedia, terror, e incluso amor.
Podríamos ser fuego sin quemarnos. Podríamos ser silencios llenos de te quieros. Podríamos ser el mejor día de nuestra vida. Podríamos ser vértigo en lo alto de la Torre Eiffel o tu risa rodeándome para que desaparezca el miedo. Podríamos ser uno, y olvidarnos del dos. Podríamos hacer la guerra para después hacer el amor. Podríamos ser tantas cosas cómo quisiéramos. Podríamos ser las ganas que nunca nos faltan. Podríamos ser hasta lo inimaginable.


"Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa…
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás…
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga…
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez."

-Para leer en forma interrogativa.
Julio Cortázar


viernes, 14 de febrero de 2014

Eso y que en las farmacias todavía no venden tu risa.




Que no. Yo no quiero que me dé los buenos días, quiero que me dé electricidad nada más abrir los ojos. Que prendan las sábanas si las rozamos, un incendio injustificado pero necesario en nuestra pequeña habitación.
Tampoco quiero que me haga la comida, prefiero que nos hagamos, que nos demos de comer. No quiero que sepa volar pero sí que esté dispuesto a aprender a hacerlo conmigo.
Que sea ría de que soy un completo desastre. Que si se me escurre la sonrisa llegue a tiempo para sujetarla fuerte.
Que se esconda entre mis libros y aparezca en las frases de otros. Que salga de debajo de mi cama cuando juguemos al escondite. Que se esconda como nadie pero que no desaparezca nunca.
Que vaya dejando chispas por casa para que yo desayune zumo de naranja con azúcar, la ciudad y sus ojos.
Quiero que salte sobre mí en la cama y que tenga muy claro que en la habitación nuestro techo es lo más parecido al cielo. Que si caemos al suelo estará blandito, no nos haremos daño y podremos tumbarnos a mirar las no estrellas.
Que no se enfade conmigo nunca y si lo hace, que no nos pidamos perdón, que nos pidamos besos.
Que las cosas más importantes del mundo le parezcan una tontería a mi lado. Que las tonterías a mi lado le parezcan las cosas más importantes del mundo.




Yo no quiero 14 de Febrero.



martes, 28 de enero de 2014

Somos una casualidad llena de intención.




Las ciudades de madrugada siempre me dieron ganas de huir, y todas las carreteras del mundo, y tus ojos que me miran pidiéndome que me pierda en ellos una vez más.
Este verano conocí contigo algunas carreteras del sur, y como en una novela,  huimos sin mirar atrás. Sin importarnos nada que no fuésemos nosotros. Como cada vez que nos tenemos cerca.
Cada mañana es una nueva aventura en la que lo más importante es querernos sin más.
Las terrazas de las que hemos huido alguna vez después de comer, nuestro hablar sin parar, cantar en el coche como si no hubiera mañana  con los pies en el salpicadero y la mirada perdida, ah,  y los bailes improvisados en una habitación de hotel.
Me pasaría media vida huyendo juntos. Volver a casa de madrugada, con los ojos llenos de vida y el corazón a prueba de bombas. Esos días de mar y carretera, de ciudad y cama.
Desde que te conozco, ya pocos días me escapo a la ciudad del viento. Nado en ese mar que me se de memoria (ya no tengo miedo a ahogarme) me debes haber vuelto un poco más valiente.
Quizás me he dado cuenta que mi felicidad es esto…Tú, somnoliento despertándote a mi lado por las mañanas. Porque nunca se si empezar el día comiéndome el desayuno o comiéndote a ti. (Más bien comiéndome tu a mí.)  
Puede que haya temporal fuera, que llueva cada noche, pero la ciudad es preciosa cuando llueve desde tu cama. Y seguimos siendo eternos cuando te veo aparecer al final de la calle, con tu sonrisa y tu flequillo despeinado. Entonces sonrío, porque sigues aquí, porque en realidad nunca te has ido. No tengo ninguna duda, el infinito me lo ha dicho.




 "A veces se te desordena el pelo de una manera
 que hace que todo lo que esté sucediendo en ese instante 
pueda esperar."

lunes, 28 de octubre de 2013

Con la sonrisa del que no tiene miedo a morir.


Estamos hechos de pedazos de recuerdos y sueños. Nos perdemos entre las sábanas por la mañana, nos miramos en el espejo temerosos aún dormidos, esperando algo del día que acaba de empezar. Compramos cereales, fruta, y té, entonces  nos sentamos a comer solos o acompañados, qué más da. Estamos solos.
Navegamos entre los días, soñando con aquella playa de postal en la que un día estuvimos nosotros. Nosotros. Todas las mañanas buscamos  esos minutos de lucidez, la felicidad espontánea que nos dan las palabras, o la lluvia cuando nos sorprende y está fría.
También soñamos con el  “quédate conmigo”, pero sólo nos llegan noticias de huidas. Todavía no ha llegado el invierno y estamos llenos de rabia. Odiamos el tiempo que nos va matando de tanto echar de menos.
Y yo, odio las noches en las que no me abrazas (y también los días),  la taza de café que se enfría, los autobuses abarrotados , la gente que no mira a los ojos y las veces que lucho por algo hasta que me araña por dentro. Yo quiero contagiarte de esto, de arañazos por dentro. De ganas de luchar. Quiero despertarme contigo cada mañana, beberme el café caliente y contigo. Contigo. Encontrarnos en la cama por las noches, y soñarnos debajo de las sábanas como si fuera la primera vez. Me niego a coger aviones sin ti, ya te lo dije,  porque todas las huidas llevan tu nombre, y no importa lo lejos que esté si te llevo conmigo. Que no quiero dejarte ir, no. Me niego a olvidar que un día apareciste en mi mundo para darle la vuelta. Y desde entonces, bailamos por las calles de esta ciudad gris, o de esa otra no tan gris. Nosotros. Hoy te lo pido, huye conmigo. Te espero aquí, ya sabes el destino… y también los motivos.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Desayunar siete veces al día y otras drogas.




La negatividad debe ser eso de ver un folio en blanco y mancharlo de negro. Escribir. No escribo lo suficiente para lo muchísimo que echo de menos. Todo lo que echo de menos
debería decirlo más.
Hay ciertas huellas en mí que me recuerdan constantemente tu sonrisa.
Debería haber más gente haciendo el amor que botellas rotas en los parques.
Por lo menos hasta el día en que el vidrio refleje y no corte.
A nadie le gusta dormir solo. Nadie es perfecto pero no lo sabe.
A nadie le gusta dormir solo conmigo. Y  a mí me gusta dormir acompañada de ti.
La soledad es una cama en la que ya no te recuerdan. A nadie le gusta dormir solo. La mayoría prefiere dormir abrazada. La mitad sueña con que le sueñen,  y a mi…
A mí no me gusta dormir si no te veo.

 
Amar es saber que te follaría contra cualquier pronóstico de tormenta.

sábado, 3 de agosto de 2013

De amor y otras fragancias.

 
 
Los días pasan y el calendario va tan deprisa que hace tiempo que no me atrevo a mirarlo de frente. Al tiempo le importamos una mierda, es un egoísta que se para muchas veces cuando no tiene que hacerlo y otras sin embargo, vuela tan deprisa que ni lo ves. Se escurre entre la multitud.
Te juro que he intentado pararlo millones de veces, y lo he conseguido sólo unas cien.
Entonces  he pensado que voy a dejar mensajes por todas las paredes de la ciudad. Voy a salir cada noche a cenarme la luna y voy a bañarme desnuda en aquella playa otra vez. Porque sé que en algún momento leerás todas estas palabras desde cualquier rincón. Sin que el tiempo pueda borrarlas. Sé que una noche de estas, dejarás que tu tristeza flote en una copa medio llena. Que el tiempo no conseguirá tampoco pararnos a nosotros. Porque también sé con total seguridad, que volverás a bañarte conmigo.
 

 "Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto"

Julio Cortázar  “Rayuela" 
 


miércoles, 24 de julio de 2013

"Pese al tiempo, a la distancia y a la lluvia"

 
 
Llevo muchos días sin escribir, supongo que porque no quiero tener que borrar palabra por palabra. Me resisto a dejar que la tristeza me mate.  Pero esta noche, leyendo, he puesto a Sabina y de repente he recordado una noche diferente. Con la ciudad vacía y las manos llenas de vida. He recordado que he vivido tantas batallas, que no me importa salir otra vez llena de heridas. Soy experta en chocarme una y mil veces con la misma pared sólo para ver lo que hay detrás, porque el paisaje que hay más allá de la pared merece más la pena que todas las heridas. Supongo que me he cansado de perder abrazos y sueños. Recuerdo tantos instantes. Cómo aquel día que llegaste a mi vida, tan de repente, tan necesario. Recuerdo las veces que me robaste la sonrisa. (Que por cierto, te la metí en el bolsillo del pantalón ayer antes de irme). Ah y acuérdate, que lloramos y reímos más que nadie. Y que al despertarme, te acaricié la cara, para acordarme de todas esas facciones, esa boca y esos ojos que me han hecho volar. Después te abracé, pero no un abrazo de despedida. Te he dicho que me chocaría mil veces contra la misma pared por llegar a lo que está detrás. También quiero decirte que las calles de cualquier ciudad siempre serán nuestras, y la lluvia. Que puedes ayudarme a derribar los muros que se nos crucen por el camino si quieres. Porque desde hace algún tiempo tengo la certeza de que eres tú el que me va a hacer sonreír todas las mañanas. Y eso es algo muy grande. Menudo viaje el nuestro, hasta dentro de unos días, mi amor.
 
“Me he tomado también tu taza de café.
 Ya casi no tengo azúcar,
 Pero me acordé que a ti te gusta amargo.
 Sabe muy feo. Como la soledad.
 Como este estar deseándote a todas horas."
 
Jaime Sabines

lunes, 8 de julio de 2013

Para la heroína más grande que conozco.

 
 
 
Sus labios han escrito sonrisas para mí, para que las cosas fueran más sencillas. Mi mejor autocrítica y espejo, en el que me encantaría poder mirarme todos los días de mi vida. La que dibujó mis primeras palabras y diseñó mis primeros pasos. La farmacia en casa, poniendo a las grandes heridas internas (esas que apenas consigue ver nadie en mí) las mejores tiritas. La que me ha dado siempre todo sin esperar nada a cambio. La que me enseñó a ver el lado positivo de las cosas sin darse ni siquiera cuenta de ello. Quién deshizo montañas creadas con granos de arena. La guinda de mi pastel, la que vio siempre en mí el vaso medio lleno. Especialista en vencer todos y cada uno de sus monstruos. Ella me dio la vida y desde que la conozco, no ha parado ni un solo instante en seguir dándomela cada día. Porque es cierto eso de que sólo hay una y yo no la cambiaría por nada del mundo.  


martes, 25 de junio de 2013

Te espero en páginas no escritas.

 
 
Te habías despedido.  Era una de estas despedidas que te partían en dos y te dejaban el corazón hecho añicos. Todo el suelo estaba lleno de pedazos. Como un puzzle que no encaja. Como la vida cuando nos frena de golpe. He perdido la voz en sueños despiertos gritando tu nombre, he muerto en todas las esquinas de tu cuerpo, y me quedé dormida en tu pecho y ya no sé dormir en mi cama.
Tan grande y tan lejos.
He andado por las calles odiando mis ojos, mi piel, mi pelo y hasta mi sonrisa. He cogido trenes imaginarios buscándote al final del vagón, con la camiseta de rayas y la mirada despeinada sonriéndome.   
Y ahora no hago más que echarte de menos, y no hay nada más grande que tu abrazo al despedirte, “más fuerte, cómo si me quisieras romper” y vaya si estoy rota. No quiero que duela. No quiero que me duelas. Volverás a irte y todas las canciones me hablarán de ti.
Tendré que coger aviones sola, escribirte en los aeropuertos, cogerme a mí misma de la mano en el despegue y en el aterrizaje. Volveré a olvidarme de la felicidad. Y tú olvidarás a aquella que te volvía loco en todos los sentidos.  
Compraré flores, dormiré entre libros, volveré a esa playa una y otra vez, y miraré la luna. Esa luna llena que fue cómplice de nuestros besos.
Y puede que algún día me olvide del olor de tu cuello. O puede que lo recuerde siempre porque estarás aquí. Conmigo. Y puede también que no tenga que olvidarme de la felicidad.
Que esta noche, te necesito jodidamente a mi lado.
 

miércoles, 12 de junio de 2013

La noche es de los poetas, las putas, y de los que mueren de amor.


 
Hablo de él. Hablo de cómo el reloj tiembla cada vez que da una vuelta si él no está cerca, de cómo conjugar su sonrisa en gerundio y decir “no” cruzando los dedos.  Hablo de joder el velocímetro de su pecho, de revolucionar los horarios y olvidar el sueño por los sueños. De hacer el amor y que el amor nos haga estar así, de matar al ocho para tumbarlo, de vivir entre puntos suspensivos.
No hablo de “para siempre”  hablo de mañana, de cada día y del “continuará” al final de cada episodio. Del te odio reventando instantes y los bolígrafos reventados por el sobreuso cada vez que intento escribirte. No hablo de hacer planes, hablo de planear juntos a ras del mar y nadar juntos y desnudos en el rio a carcajadas. Hablo de tener vértigo por la altura que estamos cogiendo y olvidar el paracaídas y las huidas repentinas. Hablo de que la primavera me gusta, pero el verano será mejor. De tácticas y estrategias, de terapias de choque para perder el miedo al te quiero, de hacerme sentir incoherente con mi yo de anteayer que no creía en todo esto, de que sea la margarita la que me pregunte a mí y que yo responda que no. Cruzando los dedos.
 
 
"Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
Porque de todas las cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un amante."
 Falsamente tuyo, Charles Bukowski.

sábado, 8 de junio de 2013

Y tú? Qué quieres ser cuando seas niño?



 
 
Últimamente ando perdida, ya no encuentro gatos callejeros que maúllen a la luna y tampoco consigo imaginarme volando más allá del tiempo.  Algo me falla. Aún así, logro encontrarme a veces en la soledad compartida de algún lugar.

Odio las conversaciones a medias, el ruido,  y a muchas personas que ni siquiera conozco.

Mis palabras no salen en el momento adecuado, por eso a menudo, casi prefiero simplemente mirar.

Siempre preferí un buen libro.  Y adoro las noches de locuras.

Quiero ponerme flores en el pelo, gritar en carreteras interminables, y perderme  en lugares que no descubrí.

Quiero escapar de este maldito olor a asfalto.

Se que pronto tendré meriendas  al lado de la luna y que iré a dónde me dé la gana.

Tengo la seguridad (o la ilusión) de que pronto encontraré mi lugar, allí a la derecha de donde se cumplen los sueños y lejos de esta ciudad que me ahoga. En este mundo injusto que sigue girando cada día,  sin importarle lo más mínimo las piezas que lo componen, que por cierto, cada día están más rotas.

 
 
"Hay personas que nunca se vuelven locas,
qué vidas tan horribles deben vivir"
Charles Bukowski

lunes, 3 de junio de 2013

El arte de mentir



Loco conoce a loca. Tacones rotos de escapar de sus problemas, rímel corrido porque llora todos los días y sólo se ríe cuando le saca fotos a él. La conoce un miércoles a las siete. Quedan dónde pueden, cuándo pueden y ella se desplaza subida a sus hombros. No hay dinero para regalos, y no se acuerdan ni qué día empezaron.  Ella le rompe a tirones su ropa elegante.  Follan, haciéndose el amor dónde pillan. Se destrozan cuándo se ven, en todos los sentidos. Se abrazan. Duermen juntos, sin saber qué locura se les ocurrirá mañana. Que mal tener una novia loca no? Loco se siente vivo, loco la quiere. Loca se ha ido. Y también lo quiere. Y loco no puede, ni quiere olvidarla.



 
"Cuélgate de mis rizos y si te pierdes
Ya sabes dónde estoy
Segunda a la derecha,
leyendo a Bukowski ahogada en un café.
Te espero en la esquina donde me engañaste
Comprando un sándwich de mentiras."
Bambi Bonsai

 
 
 
 


miércoles, 29 de mayo de 2013

Éramos, fuimos.



 
Fuimos una madrugada menos en el calendario, un orgasmo sin terminar; fuimos frio. Me encantaba perder(me) entre el olor clorofórmico de tus sábanas;  hacer el amor entre las tildes de nuestros nombres; odiar la separación de nuestras letras. Éramos nosotros corriendo por las carreras de mis medias a más de cien palpitaciones por segundo. Éramos ropa interior a los pies de mi cama haciendo recuento de noches ardientes perdidas en el fondo de un vaso; contando cuántos pasos juntaban tus labios y los míos, cuántas miradas eran necesarias para desnudar al amor. Solo dos. Fuimos amantes suicidas que un martes trece, ebrios de morbo, quisieron casarse a besos.